Irak, a peor
El fin del Ramadán, según los peores pronósticos, trajo a Iraq atentados diversos, un ataque audaz contra la gran base americana de Camp Victory, unos cien muertos en las últimas 48 horas y, entre ellos, muchos civiles inocentes como los nueve niños que perecieron el miércoles en un ataque aéreo norteamericano.Ya el día cinco de octubre, en Jalis, habían muerto muchos civiles, pero el Mando norteamericano no accedió esa vez a reconocer que los civiles no eran guerrilleros y el Gobierno iraquí se irritó. Tanto que trascendió que el primer ministro, Nuri al-Maliki, hizo saber al general Petraeus, jefe supremo sobre el terreno, que no se podía seguir así porque la incalificable violencia sectaria y los ataques ciegos de los terroristas se homologaban con una respuesta indiscriminada políticamente letal para los esfuerzos de reconciliación o la tesis de que la invasión traería, antes o después, un país mejor.
Actualizado:En el orden moral la situación es insostenible y, en verdad, difícil de manejar porque los norteamericanos entienden que Al Qaeda o los insurgentes nacionalistas utilizan a veces escudos humanos, una práctica odiosa de la que los israelíes han sido acusados a su vez en los territorios palestinos ocupados. Una observación estricta de códigos de conducta muy restrictivos de la vida de los no combatientes haría aún más difícil llegar a un escenario de completa superioridad militar y mantenerlo en el tiempo.
El informe del general Petraeus al Congreso americano el mes pasado lo acreditó y convenció a bastante gente de que si es difícil ganar la guerra se puede mejorar mucho la presión sobre el enemigo, aumentar sus pérdidas y rebajar las propias. Mantenerse, en fin. Y se había conseguido hasta esta semana, en la que ha vuelto la trágica rutina de atentados y ataques de contrainsurgencia excesivos, letales y ciegos con un incremento insoportable de víctimas inocentes. Que es como decir, con un grave empeoramiento de la situación en el registro político al que todo el mundo remite, de un modo y otro, el fin del desastre en curso.