coleccionando chascos

é que es casi de obligado cumplimiento, pero no me apetece nada tratar la crisis de nuestro Cádiz. Entre otros motivos porque todavía sigo sin dar crédito a lo que tuvimos todos que escuchar el pasado domingo después de una derrota. Asegura Arturo Baldasano que se siente engañado. Perdone usted, engañada me siento yo y los miles de cadistas que se ilusionaron con su proyecto, o como quiera que se pueda llamar su corto entusiasmo por defender los colores del Cádiz. Sigo recuperándome del surrealismo vivido en la eliminación copera. No entiendo cómo es posible responsabilizarse de la destitución de García Remón y negarse a ejercer de presidente en el palco. ¿No nos comentó que mejor sería gritarle a usted que a la plantilla? Perdone pero indignada me siento yo por obedecer su criterio de que tuviéramos paciencia. ¿Paciencia para qué?, ¿para los cuatro días en los que estuvo maquinando cómo quitarse de en medio? Si se quiere marchar, váyase señor Baldasano, pero no nos tome el pelo. No intente maquillar su metedura de pata. Si no sabe, ¿pa'qué se mete? Si por no saber, no sabe ni que los principales protagonistas de toda esta historia son los jugadores, a los que por cierto nadie les ha dicho todavía nada. Nadie del club ha tenido la deferencia de bajar al vestuario para comunicarles lo que va a pasar en los próximos días, al menos hasta el 15 de noviembre. Han dejado el club a la deriva hasta el punto de que Antonio Muñoz no tendrá más remedio que volver a rescatarlo de sus miserias y volver a ser el Dios amarillo. Para colmo de males, el futuro candidato a la presidencia del Real Madrid tiene muy claro que no va a poder llegar a ningún acuerdo con el ex del club, así que encima esto promete culebrón en los tribunales. No quería hablar del asunto, pero me he venido arriba y, la verdad, necesitaba desahogarme.