Mi tío Antonio
Actualizado:ace muchos años, cuando llegaban las fiestas de Navidad, el correo siempre nos traía la original felicitación del tío Antonio Gallardo Molina, en forma de simpática fotografía con alguno de sus hijos como protagonista. El Tío Antonio era ya entonces un hombre importante, quien, a pesar de su modestia exagerada, brillaba con luz propia en el panorama jerezano y nacional. Porque si Jerez disfrutaba de su arte, de sus fotos, de sus pregones y de sus villancicos, España entera podía tararearlo a través de las coplas que le escribía a las grandes y los grandes del momento, como Lola Flores o Rafael Farina. Por eso, cuando nos lo encontrábamos en la calle y me daba un beso lleno de cariño, mi madre me contaba luego todo eso de las letras de canciones, de los villancicos, de la hojita verde del limonero y de la última que le había escrito a tal o cual, y a mi se me sugería que en la familia teníamos un gran artista, cosa que aparte de ser una verdad incuestionable era para mis pocos años un motivo de orgullo. Con el paso de los años, fui creciendo y disfrutando de sus creaciones, de la Misa de Andalucía, de las memorables Bodas de Oro y de Sangre y escuchando sus coplas y oraciones musicadas, como el famoso Ayúdame Señor a Caminar, en la voz de la gran Rocío Jurado. Un día me tocó estar en un atril pregonando, en La Palma de Cádiz, y allí estaba él para asistir al estreno de su sobrino. Cuando terminé me dio un abrazo y me dijo: «Chiquillo, aquí hay pregonero para rato». Aquellas palabras fueron un espaldarazo artístico de un tío grande a un aprendiz de rimador. Tras aquello, muchas han sido las veces que hemos podido tantos disfrutar de su arte, de su sencillez, de su gigantesca y poderosa hombría de bien, de su Fe pétrea y sin fisuras, de su hondo compromiso con la Iglesia, de su gracia y de su capacidad para emocionar. Cuando versifica, la palabra acaricia el silencio y lo vuelve sonoro, mágico, espectral y místico. Dice que ya está mayor, pero yo creo que lo que está es enorme, en plena efervescencia creadora. Por eso, ponerse a su lado y medirse junto a él es sólo un ejercicio de osadía. Jerez, que lo quiere, lo ha premiado en el día del Santo Patrón Dionisio. Pero muchos sabemos que él se merece eso y mucho más. Gracias Tío Antonio Gallardo. Eres un monstruo.