Alejo Martínez El trovador cubano
A veces uno debe cruzar un océano para volver a sentirse en casa. Hay ocasiones, extrañas, raras, en las que uno se da cuenta de que, más allá de los kilómetros, ha regresado a su morada. Alejo Martínez (Cuba, 1956) salió de La Habana rumbo a Madrid hace ahora diez años y lleva siete en una ciudad de mar que, un día, se descubrió como su casa. Músico y compositor, la suya es una carrera dedicada a escribir para otros, a hacer que sus letras, sus notas, hablaran con el timbre de otra alma. De la mano de su compañera, Paloma Ramírez, poetisa de sus canciones, es hombre tras los temas de artistas como Tontxu, Mónica Molina, Moncho o Pasión Vega y también el intérprete cálido de los bares oscuros, de los pequeños escenarios.
Actualizado:Guerrillero de la canción de autor en proyectos como Libertad 8 junto a nombres como Pedro Guerra o Ismael Serrano y trovador de historias, voz y guitarra, porque «eso del cantautor está empezando a ser otra cosa»; está ultimando los detalles del que será su primer disco después de cuarenta años dedicados a la música. Una cuidada selección de temas bajo la producción de Javier Ruibal en la que, con la veteranía que le da saberse un hombre de la música, intentará conquistar otros escenarios.
Autor de memorables melodías a uno y otro lado del Atlántico, habitual compositor para las grandes compañías y hombre sencillo muy lejos de los oropeles de la fama, Martínez sigue su vida en Cádiz al calor de un Malecón al que, por fin, ya reconoce el parecido con La Habana; al calor de una ciudad que ha hecho suya -con sus calles, sus gentes, sus músicas- para establecer aquí su familia.
Habitual de las noches de Pay Pay y El Cambalache, sabe que en Cádiz es difícil eso de actuar voz y guitarra, sabe que hay pocos locales y que, más allá de Despeñaperros, todo sería pan y agua. Sabe todo eso pero también que en aquellos lugares fríos no tendría esta sensación que sólo se tiene en Cádiz y en La Habana.