Una gran bandera española ondea frente a la tribuna presidida por el Rey. /EFE

Apogeo rojigualda en la Castellana

MADRID Actualizado: Guardar
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A medida que el gentío se va acercando a la madrileña plaza de Colón, las banderas ondean en los balcones del barrio de Chamberí, una muestra de orgullo patriótico que se sucede en algunos de los bloques de viviendas de la capital. Al tropezar con los primeros transeúntes, llama la atención un hombre que camina encorvado, envuelto en una bandera gigantesta y rojigualda, mientras los aviones desfilan ferozmente sobre su cabeza.

En las calles adyacentes, la afluencia de gente provoca que el patriota aislado se diluya entre la multitud, en su camino común hacia el desfile de las Fuerzas Armadas. Es el día de la Hispanidad, jornada de la Fiesta Nacional y fecha en la que se celebra el descubrimiento de América por navíos españoles. Se celebra además el comienzo de la mezcla de culturas, de razas; del primer contacto con el otro yo latino de la España actual.

A escasos metros de la Castellana, los comerciantes vocean sus mercancías en varios puestos de banderas, gorras y bufandas, todas ellas rojigualdas. Y junto al improvisado mercadillo, partidos de nueva creación aprovechan la ocasión para repartir folletos en plena ebullición electoral.

Una vez en la Castellana, cada individuo ya forma parte de la masa informe y colorida que espera paciente el inicio del desfile. Los más madrugadores escudriñan el cielo protegiéndose los ojos del sol para observar el vuelo de las aeronaves. Una pareja de cazas F-18 surcan el cielo en un instante, seguidos se varios aviones supersónicos y helicópteros de combate.

Exaltación otoñal

En lo alto de una escalera, encaramados a las gradas, a la grupa del acompañante o simplemente de puntillas, la multitud pugna por superar la cabeza del precedente y observar el paso majestuoso de carros de combate, tanques, lanchas de salvamento y el resto del despliegue militar.

Un hombre de voz ronca se arranca con un tímido ¡Viva España! que es seguido por aplausos de algunos de los presentes. El resto observa el fervor con el sol otoñal en los ojos y la desgana de los días festivos. Al paso de la legión, los asistentes se van animando y se suceden los vivas en secuencia fija: ¡Viva la legión!; ¡Viva España!; ¡Viva la Guardia Civil!; !Viva el Rey!.

En improvisados altavoces se escucha Banderita Española, un himno militar que, según asegura Paco, un jerezano de 56 años, "también se canta mucho en Andalucía, sobre todo en mi tierra". En lo alto de una escalera, un hombre intenta explicarle a su hijo pequeño lo que va a presenciar mientras desengaña sus grandes ansias infantiles: "No renacuajo, los tanques no van a disparar". Ajenas al desfile, las hermanas mellizas del pequeño se retocan las coletas, atadas con sendos lazos rojigualdas.