Amor de madre
CALLE PORVERA La madre de Gabi estaba en Bilbao para echarle una mano con la mudanza. Pensaba que los días de intranquilidad ya eran cuestión del pasado, que nunca más tendría que levantarse y acostarse con miedo. Estaba allí para devolver al maño a su tierra, para evitar recibir una mala noticia a través de su teléfono, cuando de repente sonó su móvil: «Mamá, me han puesto una bomba».
Actualizado:Siento ser cómplice de estos asesinos al difundir el terror que pretenden llevar a la población de este país, y me duele enormemente tener que lamentar otro atentado más -en esta ocasión, y gracias a Dios, sin víctimas mortales-, pero no puedo contener las ganas de gritar que estoy harto, estoy cansado de vivir en una España lacrada por el terrorismo de unos eternos inconformistas. Entre una de las miles de injusticias de este mundo se encuentra la de un joven de 36 años que estuvo a punto de perder la vida el pasado lunes por el capricho ideológico de aquellos que no contemplan una democracia sin muertos.
Gabi se marchaba del País Vasco, huía del terror para dar tranquilidad a su madre, a la que dicen que estaba y sigue estando muy unido. Retornaba a su Zaragoza para no tener que cambiar de camino cada día, para no tenertampoco ese complejo de camaleón que le hacía caminar con un ojo atrás y otro delante, para no tener que revisar los bajos del coche cada vez que lo ponía en marcha. La investigación de este nuevo atentado baraja de momento varias hipótesis, pero es surrealista el punto al que hemos llegado. El chiste de Ramón caía perfectamente en la cuenta: «¿Dios mío! Habrá que acabar poniendo guardaespaldas a los escoltas».