Ulises
Antena 3 ha estrenado esta semana una serie española; se llama El síndrome de Ulises y es un producto de Ficción TV. Se ha estrenado con unas cifras prometedoras: más de tres millones de espectadores y el liderazgo del prime time con una cuota del 17,4%. La productora, Ficción TV, es la fábrica audiovisual del Grupo Zeta y nació de la reunión de cinco creativos y guionistas con larga experiencia tanto en éxitos como en fracasos. No es fácil saber en cuál de las dos familias terminará inscribiéndose El síndrome de Ulises. ¿Qué cuenta esta historia? Básicamente, la tribulación de un joven y apuesto médico llamado Ulises -precisamente- que empieza siendo un señorito rico para terminar convertido en una versión suburbana y posmoderna del doctor Livingstone, supongo.
Actualizado:El Ulises de este relato es Miguel Ángel Muñoz, un joven actor de apretada carrera televisiva que alcanzó gran fama con Un paso adelante y el grupo UPA Dance. Muñoz debe de acabar agotado después del rodaje de esta serie, porque la cámara se le engancha en la primera secuencia y ya no le suelta hasta los títulos de crédito finales. Da la impresión de que la productora ha puesto todos los huevos en la cesta de Muñoz, lo cual siempre es arriesgado. ¿Se confía, tal vez, en el virtuosismo del muchacho para dar recitales de interpretación? No exactamente: Muñoz no es mal actor, pero lo que busca el guión de la serie no es subrayar su magisterio artístico, sino explotar su atractivo sexual , y así vemos a Muñoz perseguido por las señoras, pegando brincos en calzoncillos, abriéndose la camisa cada vez que sopla el viento, etc.A bote pronto, estamos ante una nueva argucia para sacar oro del fenómeno fan. Tan evidente es la jugada que el relato propiamente dicho, lo que pasa en la serie, termina haciéndose irrelevante. Por otra parte, ¿qué es exactamente lo que pasa? La gente grita tanto en El síndrome de Ulises que resulta imposible saberlo, salvo la socorrida receta del paracetamol y mucho agua cada vez que aparece un enfermo. Veremos (ya que no oiremos).