Cartas

Marion Jones y Ben Johnson

Corría el año 1988 y se celebraban las Olimpiadas de Seul, en la pista dos titanes van a medir sus fuerzas por un lado el mitico Carl Lewis (el hijo de Eolo) por la otra calle el huracán Ben Johnson, la emoción está servida (me recordaba aquel célebre combate entre Cassius Clay y Joe Frazier, la elegancia y la técnica de Cassius, frente a la habilidad y la fuerza de Frazier).

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Nada más darse la salida, Ben Johnson sale como una flecha impulsado por aquella masa muscular ante la mirada atónica de Carl Lewis que veía como lo superaba en un alarde de potencia y velocidad, pocos segundos después el rostro de Lewis denotaba una gran frustacion.

Poco tiempo después aquel fornido atleta de cuerpo herculeo era acusado de dopaje. Aquella noticia ensombreció el mundo del atletismo y muchos nos sentimos desilusionados, pues aquel Aquiles de pies ligeros había suscitado una cierta simpatía en los aficionados de este noble deporte.

Hoy salta a la palestra la Venus Marion Jones, diosa de cuerpo aunque no de alma. Su rostro agraciado y su figura atlética además de sus grandes cualidades físicas la hacían una atleta idónea que toda multinacional sueña como reclamo. No tardó en demostrarlo. En Sydney 5 medallas, 3 de oros y 2 de bronce: la mujer más rápida del mundo en los 100 y los 200. Todo marchó medianamente bien hasta que se destapó la caja de los truenos y empezaron las sospechas de un posible dopaje, después de 6 años. Hoy esta joven, algo demacrada por las circunstancias que está viviendo, confesó haberse dopado al menos durante dos años. Esto lo contaba en una carta mandada a sus familiares y amigos, a la cual la prensa ha tenido acseso.

Lo más triste de todo, es que detrás de esta historia hay unas vencedoras a las que le han sido usurpadas su ilusión, sus triunfos, su historia como heroinas.

La historia las recordarán sólo de pasada y siempre ensombrecido por el fraude de una tramposa como, Marion Jones, al igual que su colega el tramposo, Ben Johnson.

Cuando la ética o la moral no entra en la conciencia de un atleta éste sólo es atleta de cuerpo pero no de alma, un atleta se hace de cuerpo y alma a la vez, lo material vendrá después como algo secundario.

Los grandes hombres que se inmortalizaron a través de la historia nunca lo hicieron por el valor de sus riquezas sino por sus proezas, hazañas, pensamiento justo ...etc

Manuel Jesús Redruello Míguez. San Fernando