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El régimen birmano arresta a oficiales y soldados por negarse a disparar a monjes

Seis generales y cuatrocientos de sus hombres eludieron emplear la fuerza para reprimir la 'revolución azafrán' La Junta Militar inicia un tímido acercamiento a la opositora Suu Kyi

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Aunque aplastada a tiros, la 'revolución azafrán' todavía no ha acabado y se notan sus efectos en Myanmar -nombre oficial de la antigua Birmania-. Según informaba ayer el diario 'The Jakarta Post', cinco generales y cuatrocientos soldados han sido arrestados por la Junta Militar que gobierna el país desde 1988 por negarse a disparar contra los monjes budistas durante las manifestaciones pacíficas de hace dos semanas.

Tal y como indicó al rotativo de Indonesia un oficial del Gobierno birmano, cuya identidad no fue desvelada para evitar represalias, los generales rechazaron dirigir a sus tropas contra los manifestantes, por lo que fueron detenidos de inmediato. Mientras tanto, unos cuatrocientos soldados de la División Sikai, acuartelada cerca de Mandalay -la segunda ciudad del país-, dejaron sus armas en el suelo frente a los monjes y les pidieron perdón por haber cometido el peor pecado del budismo.

Según esta creencia, matar o agredir a un monje es el acto más abominable que puede cometer una persona. Por ese motivo, la fuerte represión con que el régimen ha sofocado las protestas, disparando, golpeando y encarcelando a cientos de bonzos, habría abierto una gran brecha en la sociedad birmana, donde su mayoría budista venera a los monjes como en ningún otro lugar de Asia.

En este sentido, 'The Jakarta Post' también informa de que numerosos funcionarios estatales, descontentos con la actuación de la Junta Militar, han comenzado a faltar al trabajo como forma de protesta. Junto a la deserción del coronel Htaly Win, de 42 años, quien atravesó la jungla junto a su hijo de 17 años y pidió asilo en la Embajada de Noruega en Bangkok, todos estos episodios demuestran las fisuras que aparecen en el régimen por la violencia empleada para aplacar la 'revolución azafrán'.

Contacto con la oposición

Mientras tanto, continúan los tímidos pasos del Gobierno para abrir una vía de negociación con la oposición, representada por la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. Tras ganar por aplastante mayoría las elecciones libres de 1990, esta mujer de 62 años ha pasado casi doce de los últimos dieciocho años bajo arresto domiciliario, por lo que se ha convertido en la heroína del movimiento democrático.

El propio 'hombre fuerte' de la Junta, el general Than Shwe, reconoció la semana pasada su disposición a reunirse con la 'Dama' si renuncia «a la confrontación y a promover sanciones internacionales». A pesar del reiterado interés de la oposición por dialogar con el Gobierno, el partido de Suu Kyi ya ha indicado que la apertura de cualquier proceso negociador debe producirse sin que haya condiciones previas.