Jerez

Políticos que dan miedo

CALLE PORVERA Aprovechando un viaje que realizaron para participar en un congreso sobre la gestión medioambiental de playas celebrado en El Puerto de Santa María, la semana me reencontré con un concejal de una conocida población turística catalana. Sacó el tema del famoso cocodrilo que por aquel entonces aún trataban de capturar en Jerez. Lo hizo en medio de una instrascendental charla en una terraza de Puerto Sherry. Había leído sobre el caso, decía, y comentó entonces algo que me produjo escalofríos, pero unos escalofríos con efecto retardado que me invadieron al día siguiente. Y me explico.

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Puso el caso de la laguna de Torrox como ejemplo de lo que algún compañero en el gobierno de su ayuntamiento es capaz de llegar a maquinar. Estaba convencido de que, en caso de que ellos se encontrasen ante una situación similar, el susodicho propondría una solución de lo más rebuscada. Se trataría de montar un paripé, de simular la captura del cocodrilo sustituyendo el que se intentaba cazar por otro ejemplar de tamaño y características similares. Y luego publicitar el logro para, así, acabar con la «psicosis» y el cachondeo montados en torno al caso, y, de paso, esquivar una publicidad nada deseable para el municipio.

Hete aquí que al día siguiente capturaron de verdad al cocodrilo de marras. Cuando me enteré, no pude evitar el recuerdo de la conversación de la tarde anterior, ni tampoco una transitoria paranoia al más puro estilo del personaje de Mel Gibson en la película Conspiración que, por suerte, el sentido común apartó de mi mente rápidamente. Porque uno quiere pensar que el gobernante del que me hablaba el concejal en la terraza de Puerto Sherry es una excepción, un caso aislado en una fauna de la que, eso sí, cada vez sorprenden menos cosas.

Pero, aún así, hay paranoias que estremecen. Y políticos que dan miedo.