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Tribuna

Presupuestos 2008

Los resupuestos Generales del Estado, aprobados por el Gobierno de España que preside Zapatero, son muy generosos con la provincia de Cádiz, según se desprende de las cifras de inversiones previstas, para la ampliación de los puertos de las dos bahías, para el aeropuerto de Jerez, para la transformación en autovía de la carretera nacional IV y el segundo puente sobre la Bahía, para el desdoble del ferrocarril hasta Sevilla y la llegada de la alta velocidad.

JOSÉ LUIS BLANCO ROMERO
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El compromiso con el desarrollo económico se concreta en los fondos previstos para el fomento de la marroquinería de la Sierra y la puesta en marcha de Las Aletas y en una partida de más de 135 millones de euros para la reindustrialización en las Bahías de Algeciras y Cádiz-Jerez.

Ante la evidencia y rotundidad de las cifras, que superan los 800 millones de euros, la respuesta de la oposición ha sido negar la evidencia e inventar cifras aleatorias, para intentar certificar la marginación de la provincia en las cuentas públicas, lo que no es una novedad porque ya lo ha venido haciendo en los anteriores ejercicios presupuestarios. Al PP no le gustan las buenas noticias y se inventa una realidad de ficción conforme a su discurso catastrofista.

Andalucía recibirá en 2008 más que nunca, una cifra record que supone más de 500 millones respecto a las cuentas de 2007, una cantidad histórica que demuestra la eficacia del diálogo institucional entre la Junta y el Gobierno de España y recoge todo lo dispuesto en el nuevo Estatuto de Autonomía.

Las inversiones superan los 4000 millones de euros, que equivalen al 17,8% del total de acuerdo con el peso de la población andaluza, a lo que hay que sumar 300 millones de euros más en concepto de anticipo para el pago de la deuda histórica. Zapatero con 13.718 millones de euros en cuatro años, supera en inversiones los ocho años de Aznar que sólo dejaron en Andalucía 12.619 millones, lo que representa el 13,7% de la inversión total del Gobierno en el conjunto del país.

Estos presupuestos, que apuestan decididamente por incrementar el gasto social, son consecuencia de la política económica del Gobierno de Zapatero, cuyo éxito se traduce en un crecimiento superior a la media europea y en la creación de empleo.

En esta legislatura se han puesto las bases para un crecimiento económico sostenido, con los sucesivos saldos positivos de las cuentas públicas y el cambio de las bases del modelo económico, que va sustituyendo la incidencia de la construcción por el desarrollo industrial y tecnológico, apostando paralelamente por el incremente de los recursos destinados a la investigación, la innovación tecnológica y la cualificación de los recursos humanos.

El debate presupuestario no ha recibido la atención que se merece, porque es un tema en el que la oposición no se encuentra cómoda. Prefiere centrar el debate político en asuntos menos precisos y que se presten mejor a la manipulación de símbolos y sentimientos ciudadanos, tales como: el modelo de estado, el terrorismo, las creencias religiosas, la bandera, el himno, la familia, la monarquía parlamentaria, etc. Es la estrategia de la manipulación por el miedo y las incertidumbres, de la apropiación partidista de lo que pertenece a todos, de la crispación y el enfrentamiento para cohesionar a los radicales y desmovilizar a los tibios.

En materia económica el PP ha insistido en el discurso de la catástrofe, pretendiendo elevar a recesión económica las incertidumbres generadas por la crisis de las hipotecas en Estados Unidos y calificando de despilfarro los gastos sociales comprometidos por el gobierno de Zapatero, tales como el incentivo a la natalidad y la atención bucodental a los menores. Poco les importa que ese discurso catastrofista sea perjudicial para la economía del país y para el conjunto de los ciudadanos, porque incrementa las incertidumbres de futuro y favorece la desconfianza en los mercados.

El incremento del gasto social se justifica por el crecimiento económico sostenido y el superávit presupuestario, que debe ser trasladado a los ciudadanos de una forma responsable y solidaria, para mejorar sus condiciones de vida.

La arquitectura del gasto social del gobierno socialista gira en torno a la familia, en sus diversas manifestaciones y modelos, mediante ayudas que favorecen la igualdad y corresponsabilidad de sus integrantes, que permiten el acceso al trabajo de las mujeres, que contribuyen a mejorar la atención a los mayores y la educación de los hijos, que facilitan la emancipación de los jóvenes y el acceso a la vivienda, etc. Unos hablan y manipulan la idea de familia y otros mejoran y extienden los instrumentos de apoyo a la misma.