El piloto automático
Soy bastante descreída. Será porque tengo una mente retorcida que siempre se niega a quedarse con la primera versión y que busca constantemente razones ocultas detrás de las frases dichas con una luminosa sonrisa profidén. No crean que es una virtud, a la larga resulta más bien cansino.
Actualizado:Esta pequeña manía me ha provocado a veces mucho desasosiego, y largos procesos de estar cabreada con el mundo. Y es que no sé si lo saben, pero hay demasiada gente que suele decir verdades a medias o mentiras completas, y en esto del periodismo la cosa aún es peor.
Como mecanismo de defensa contra una úlcera y para mantener mi buen humor, lo que suelo hacer en estos casos en los que sé que me están metiendo una bacalá es conectar el piloto automático, cuyo funcionamiento básico es que comprendo a la perfección lo que me dicen, e incluso puedo llegar a memorizarlo, para plasmarlo luego en las páginas del periódico sin problemas. Hay incluso extras de serie, que incluyen que puedo contrastar la noticia, buscar reacciones y hacer análisis. Pero lo que nunca permito que ocurra en estos casos es empeñarme en discutir con unos y otros cuál es la verdadera cara de la moneda.
Estos días intenté conectar el piloto automático para no frustrarme mucho con los despidos en la GMU, con los enchufes de familiares en la plantilla municipal, con los encierros en la Catedral que dicen que son interesados, con alcaldesas que ahora firman decretos pero que antes permitieron que todo ocurriera o con contrataciones de asesores con altos sueldos.
Pero aún estoy en ello...