¿Qué está ocurriendo?
Nadie discute la valía de Arturo Baldasano ni de su equipo directivo, profesionales todos ellos de reconocido prestigio y con grandes logros personales. Precisamente, su acreditado éxito profesional fue lo que supuestamente convenció a Antonio Muñoz para, descartando ganar la ultima peseta, dejar el club en sus manos, previo visto bueno de la Sra. Alcaldesa.
Actualizado:Sin embargo, pongo en duda que, el hasta ayer Presidente, tenga claro que ha comprado algo más que una empresa o un negocio.
Resulta evidente que, de haber adquirido un hipermercado, unos talleres, una bodega o una empresa auxiliar del sector naval, no tendría derecho a ser recibido a cualquier hora en el Ayuntamiento o en Diputación, ni los alcaldes de los pueblos estarían deseosos de su visita, al estilo Bienvenido Mr. Marshall, para rogarle dos páginas en la revista de la empresa, ni le pararía la gente en sus matinales paseos por la playa del Novo Sancti Petri para agradecerle tal compra y desearle los mayores éxitos, ni saldría a diario en la prensa y, en definitiva, no formaría parte imprescindible del protocolo gaditano junto al resto de Autoridades.
Olvida el Sr. Baldasano que, al margen de dueño de un paquete de acciones, es el representante de una parte de la sociedad que, justa o injustamente, antes pierde el sueño por una derrota en casa que por la pérdida de trabajo de su vecino.
Esto es Cádiz, con sus virtudes y sus defectos, y este pueblo que logró frenar a Napoleón y que lo vitoreó hace dos meses tras el intento de «golpe de estado» del Sr. Muñoz, ahora no se cree sus excusas ante la anunciada huída. Uno de sus más fieles partidarios, esto es, el firmante, tampoco se lo cree. Me suena a nuevo órdago en esta interminable y odiosa partida de póker.