Opinion

Una conjunción adversativa

En lo que parece una minuciosa preparación política, escenográfica y de relaciones públicas en vísperas de la llegada a Israel de Condoleezza Rice, el primer ministro palestino, Ehud Olmert y su viceprimer ministro, Haim Ramon, se muestran muy calurosos con el presidente Abbas, le describen como un digno representante de los moderados con los que habrá que negociar.

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La sesión que acaba de abrir la sesión parlamentaria de invierno siguió a la reunión del gabinete en la que Olmert dijo a su gobierno que no ha alcanzado compromiso alguno con los palestinos y mantuvo su tesis de que la reunión internacional de noviembre en Anápolis (USA) solo será el marco para emitir una declaración de intenciones sin calendario vinculante. De eso se encarga su audaz viceprimer ministro, Haim Ramon, quien lleva un par de meses vendiendo la buena nueva de que él sabe no solo que habrá que dividir Jerusalén de nuevo si se quiere la paz, sino que hay en Israel, y en el ala ultra de su propio gobierno de coalición, respaldo para eso. No opina lo mismo el jefe de la oposición de derecha, Benjamín Netanyahu, quien dijo que por una puerta se irá de Jerusalén el ejército israelí para que entre por otra Al Qaeda ni más ni menos. El que ya es conocido como plan Ramon está bien empaquetado y se acerca a los llamados parámetros de Clinton (los barrios judíos para los judíos y los árabes para los árabes). E introduce una noción novedosa: junto a la de soberanía, aparece la no definida de soberanía especial y de autoridad. Se lee todo en el diario Haaretz, se anotan los matices, lo moderado y realista de la propuesta y el último párrafo empieza con una modesta conjunción adversativa: pero. Así, tras describir todo lo que los ocupantes israelíes entregarán a los palestinos se dice que no se dará la Ciudad Vieja ( ) y sí autoridad sobre algunos santos lugares musulmanes. Autoridad pero no soberanía. Otra conjunción adversativa que hará inviable el proyecto, porque se anexiona Jerusalén-este, el de 1967.