Cambio de roles
Actualizado: GuardarLo bueno de los tiempos que corren es que cualquiera puede ser cualquier cosa (en cualquier momento, añadiría Arundhati Roy). Por ejemplo, las actrices (Pe y su hermana Mónica Cruz) diseñan ropa. Las modelos son actrices. Las cantantes actúan y los actores se meten a arquitectos (he ahí al bueno de Brad Pitt). Lo llaman versatilidad. Todo el mundo puede ser periodista, cómico, promotor inmobiliario (y que lo digan)... Lo único que la versatilidad no ha invadido es la medicina. Salvo algún cafre que anda jeringuilla en mano inyectando botox a quien se le ponga por delante, los médicos no han dejado que los demás experimentemos lo bueno que sería convertirse en facultativo por un día. Yo, por ejemplo, estoy loca porque se abra ese campo y así, cuando esté en el sillón de mi dentista, decirle: «Pásame el torno que ahora me toca a mí devolverte los empastes, majo».
También tengo dos o tres cuentas pendientes con el ginecólogo y el pediatra. Estoy exultante ante la posibilidad de que me deje experimentar con sus hijos. Cuando se aproxime a mí, con su retoño en brazos le voy a recetar tres series de antibióticos del tirón. A ver qué tal le va, porque todo o es vírico o bacteriano, ¿no? Y ya por último, tengo muchas, muchas, muchas ganas de intercambiar roles mi monitor de aeróbic. Y con un inspector de Hacienda.
Ah, y con la que me atendió el otro día en aquella ventanilla pública. Creo que tengo un talento notable para pronunciar con una voz nasal y afectada: le faltan dos papeles en su expediente.