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CRÍTICA DE TV

Atentado

ETA cumplió ayer sus amenazas de los últimos días. La valoración política ya se la han servido a usted en otras páginas de este periódico. Aquí lo que corresponde es hacer la valoración televisiva, es decir, cómo han reaccionado las cadenas ante una noticia que rompía violentamente la rutina de la programación. Realmente ha parecido que la televisión estaba como adormilada. Del sopor la sacaron, ayer mismo, unas declaraciones del ministro del Interior anunciando la posibilidad de un atentado inminente. Y a las dos horas, saltaba la noticia: bomba lapa en Bilbao, un coche estragado y un hombre herido que, al cabo de algunos minutos, fue identificado como el escolta de un concejal socialista.

JOSÉ JAVIER ESPARZA
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El primer informativo en abrir la tienda fue el de La Sexta: aquí Helena Resano habló del atentado, mostró unas imágenes someras, metió unas declaraciones del líder comunista Llamazares y, acto seguido, pasó a habar del 11-M y la guerra de Irak. Después vino el informativo de Telecinco, con Hilario Pino y su dicción cabeceante, que abrió portada con la noticia del atentado, sirvió luego los otros titulares de la jornada (que terminaban con no sé qué sobre Chenoa) y entonces decidió dar paso a un largo bloque publicitario; sería, tal vez, para preparar el largo y exacto -aunque bastante reiterativo- informe sobre el atentado que vino más tarde. Las otras cadenas, cuyos informativos empezaban a las tres, tuvieron más tiempo para ofrecer algo más completo. Antena 3 y TVE 1, por ejemplo, coincidieron en ofrecer sendos informes de archivo que eran casi idénticos. Pero, aún así, se notó que la alerta les había cogido con el paso cambiado; por ejemplo, la enviada de Antena 3 al lugar de los hechos compareció asfixiada y jadeante, como si llegara corriendo desde su casa, y al de TVE le falló la conexión de sonido. Pero que se vayan preparando, porque todo indica que los terroristas están dispuestos a seguir con lo suyo. Ahora los informativos tendrán que volver a reivindicar cierto protagonismo en perjuicio de la banalidad general de la pantalla. Así son las cosas.