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CITACIÓN. Fernando Alonso sale de la oficina del fiscal de Módena, Italia, tras prestar declaración. / AP
FÓRMULA UNO

Alonso, ante el fiscal de Módena

Declaró como testigo frente al juez Tibis por el caso de espionaje en un testimonio de veinte minutos

J. M. CARABIAS
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Recién llegado de Shanghai y con la maleta llena de ilusiones ante la perspectiva de su tercer título mundial dentro de trece días en Sao Paulo, Fernando Alonso cruzó ayer Italia de norte a sur para prestar declaración en la fiscalía de Módena, uno de los dos tribunales civiles que investiga el caso de espionaje entre McLaren y Ferrari por el trasvase de información entre Coughlan y Stepney. Y lo hizo en calidad de testigo (persona informada, según la nomenclatura italiana) y no como imputado (investigado).

El asturiano cogió un avión el pasado domingo por la noche después de la carrera en China, llegó al día siguiente a Ginebra después de casi 16 horas de vuelo y ayer se puso al volante de su Mercedes comprado a mitad de precio y se presentó ante el fiscal de Módena, Giuseppe Tibis, encargado de investigar la denuncia presentada por Ferrari antes del verano. Módena es una ciudad situada en el centro de Italia, distante veinte kilómetros de Maranello, la sede de la escudería del cavallino rampante.

Alonso prestó testimonio como testigo en una causa civil. Es decir, no está imputado por el fiscal y por tanto no sometido de momento a la posibilidad de ser juzgado. Tibis le interrogó sobre el tipo de documentación que había intercambiado con De la Rosa a través de correos electrónicos, una de las pruebas que el Consejo Mundial de la FIA consideró concluyente para sancionar a McLaren. El fiscal quiso conocer hasta qué punto eran sabidas en McLaren las informaciones que trasegaron Mike Coughlan y Nigel Stepney.

El caso se enmarca dentro de la denuncia civil que puso Ferrari contra su antiguo jefe de mecánicos, Nigel Stepney, contratado ahora por David Richards para su marca automovilística Aston Martin. La dirección del equipo italiano entiende que Stepney saboteó los Ferrari en el GP de Mónaco al introducir unos misteriosos polvos blancos en el depósito de la gasolina. Stepney es el principal implicado en la trama de espionaje que desembocó en la mayor multa habida nunca en la historia de la Fórmula 1: 72 millones de euros para McLaren y la pérdida de todos los puntos del Mundial de constructores.