CRÍTICA DE TV

Cordobés

Impresionante aparición del Cordobés hijo, el torero, en el concurso de Antena 3 ¿Sabes más que un niño de primaria?. Estaba haciendo un pase benéfico junto a Ana Obregón, otra que tal. En eso va Ramón García y pregunta al torero que cuál era el nombre que los romanos daban a España. Y el torero, que ignoraba esa respuesta, rompe a reír y contesta Españolus, como quien hace una gracia. Gracia tenía, sí, porque los desiertos mentales tienden a despertar risas, pero en el fondo es triste. Esto de que las masas eleven a los altares de la fama a las grandes figuras del espectáculo no es nuevo; también pasaba en la vieja Roma, por ejemplo, donde algunos aurigas -entre ellos, unos cuantos hispanos- recibieron glorias sin cuento. Lo que jamás se le ocurrió a nadie fue llevar al auriga en cuestión al foro para que discutiera con Cicerón. Al primero que no se le pasaría por la cabeza semejante locura sería al propio auriga, muy consciente de cuál era su papel. Un auriga, pilotando su cuadriga en la arena del circo, era un gigante; fuera de la arena, sin embargo, podía convertirse en un alfeñique.

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Con estos famosos de la tele, el deporte o el toro pasa lo mismo: son tan sublimes en el escenario, el estadio y el ruedo como deplorables fuera de él. La diferencia está en que al auriga jamás se le habría ocurrido prestarse a un espectáculo donde tuviera que echar mano de sus conocimientos intelectuales, por respeto al que los posee y también por un cierto concepto de la propia honra, mientras que el famoso contemporáneo no duda en comparecer en público para exhibir su ignorancia. ¿Cómo es posible tanta desfachatez? Es posible porque en España hemos construido una cultura social donde el conocimiento no es algo que revista un especial valor. Este es un defecto muy español, muy específico de los últimos años y, además, muy vinculado a lo que viene siendo la atmósfera de nuestra televisión en el último decenio. Ignorante satisfecho de sí mismo, de su propia incuria intelectual, que hasta hace relativamente poco tiempo era una figura de parodia.