LOS PELIGROS

Cultura en Cádiz no necesita un plan

En el último Pleno, la mayoría popular debatió (poco) y rechazó una propuesta de la oposición socialista para elaborar en Cádiz un Plan Director de Equipamientos Culturales municipales. La noticia, aunque previsible, no es menor porque, justamente, la ciudad basa su intento de relanzamiento económico en su capacidad de convertirse en un selecto destino turístico. Toda la celebración del Bicentenario, básicamente un hecho cultural, sólo podrá adquirir trascendencia económica si se es capaz de convertir esa singularidad histórica en, por una parte, industria turística de calidad y, por otra, en ciudadanía. Para ambas es imprescindible una oferta cultural demoledora que pueda competir con otros destinos y que, a la vez, eleve la formación de los propios gaditanos hasta convertirlos en los más exigentes usuarios de esa oferta. Sólo se mejora desde la exigencia.

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Respondía la alcaldesa Martínez que ese Plan Director no hacía falta porque «ya existen esas directrices de trabajo». Confunde, quizás porque los nombres se parecen, el dar unas instrucciones, que no dudo que se dan, con un instrumento concreto de la gestión cultural de diagnóstico y búsqueda de soluciones. No es lo mismo dar una orden que ordenar, en su principal sentido de poner en orden algo. El Plan Director debía empezar con una auditoria de los edificios y servicios, procurando detectar las carencias por barrios. Salvo que el gobierno municipal crea que no existen esas carencias o tema que un diagnóstico externo ponga exageradamente en evidencia un mal funcionamiento de su política cultural, no se entiende que se niegue a dotarse de lo que no es más que un instrumento de trabajo, empleado ya por otros Ayuntamientos de todo signo político. Como los siguientes pasos de ese Plan Director son el «establecer un catálogo de servicios básicos» de esos equipamientos y «programar intervenciones necesarias para el funcionamiento óptimo de todos los equipamientos», se entiende menos la negativa. Se presupone que esos objetivos de mejora deben ser los que ahora tenga la cultura municipal. Y, si no los tiene, debería recibirse de buena gana la ayuda técnica que se ofrece. Ya saben que no fue así. En el debate, el concejal de Cultura declaró que ahora no era el tiempo de las teorías sino de las actuaciones prácticas.

Demos, pues, un rápido repaso a algunas de esas prácticas. En la web municipal se mencionan tres museos. Uno de ellos, el Litográfico, «temporalmente cerrado en 2006 por obras de ampliación». Camino de finalizar el 2007, nadie ha creído necesario actualizar esa información. Los otros dos museos difícilmente podrán incluirse en esa categoría en la nueva Ley de Museos de Andalucía, aprobada por el Parlamento Andaluz el pasado 25 de septiembre. Ahí se obliga a que los museos deben tener tres condiciones: un plan museológico, con objetivos y contenidos; un plan anual de actividades con, entre otras, una previsión de la investigación; y un plan de seguridad. El Castillo de Santa Catalina, podrá ser una sala polivalente, pero las llamadas zonas de interpretación de La Caleta y las pesquerías gaditanas, sólo tienen de museo el servicio de seguridad. Del Museo de Las Cortes se contestó en ese mismo Pleno que sí se le está realizando un plan museológico, pero sin precisar con qué objetivos ni cuándo estará disponible; del plan de actividades, no hemos conocido ni una sola actividad en todo el año, aparte la mera exposición. Poca previsión de investigación hay cuando la biblioteca técnica para investigadores se terminó de instalar en 2002, dentro del programa Grandes Ciudades, y aún sigue sin estar disponible. Todo eso hace que, si no se remedia, a esos equipamientos se les vaya a degradar, cuando sean evaluados, de museos a colección museográfica. ¿Queremos atraer un turismo cultural sin ser capaces de mantener nuestro patrimonio en la categoría de museo? Ni siquiera la seguridad parece garantizada. A estas alturas, ocho meses después de iniciarse un expediente por la desaparición de un cuadro de los Costus, estrellas del también enteramente por programar Museo de Arte Contemporáneo y Cofrade, seguimos sin saber su paradero y ni siquiera por dónde va ese expediente. Es lo malo de saltarse las clases teóricas.