VUELTA DE HOJA

El comité de bioética

El ministro de Sanidad, Bernat Soria, que es uno de los pocos contemporáneos que tenemos, sigue luchando por la posible legalización de la eutanasia en España. Una lucha muy desigual la suya, ya que hay demasiada gente empeñada en que, en vez de tener una buena muerte, nos vayamos de este mundo mal y tarde. Desean que el R. I. P. de las esquelas sean las iniciales de «rabiando y pataleando».

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Uno, que es respetuoso para las opiniones ajenas, no tiene el menor inconveniente en que sea así, pero a condición de que se refieran a la muerte suya, no a la mía.

Nada nos pertenece más que nuestra propia muerte. Es el último acto que aún corresponde a la vida y tenemos derecho a cuidarlo. Lo haremos todos por primera y última vez y sería lamentable que nos saliera mal.

El benemérito ministro Soria quiere sacar adelante el Comité de Bioética de España con el consenso de las comunidades autonómicas, donde abundan las personas poco vitalistas y escasamente éticas, además de hostiles por naturaleza a los avances de la ciencia, que son imparables.

Si pudieran detenerse, estarían donde estábamos hace unos cuantos siglos. Esta resistencia se hace muy visible en asuntos tan importantes como la eutanasia o la privacidad de los test genéticos. «No saber más de mí mismo es algo triste», dijo Luis Cernuda, pero eso también es válido para nuestra fisiología, que al fin y al cabo es nuestro destino.

El portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, no es partidario de la creación de ese Comité Bioético. Dice que "la eutanasia es una de las tentaciones de los Estados totalitarios". Los que admiramos mucho la capacidad de síntesis debemos reconocer que no puede decirse una tontería en menos palabras. Ahora lo han destinado a Roma. Nos parece cerca.