INSTALACIÓN. La artista ha horadado el cemento del suelo. / EFE
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El arte agrieta la Tate

La colombiana Doris Salcedo ha abierto una brecha en la sala de turbinas de la galería londinense para denunciar las injusticias sociales

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No se trata de una simple fractura en el suelo de la Tate Modern. Shibboleth, la gran grieta irregular abierta en la enorme Sala de las Turbinas de la galería londinense condensa el último proyecto de la colombiana Doris Salcedo, quien define su obra como «perturbadora, conflictiva y difícil». Motivada siempre por temáticas políticas y sociales, Salcedo ha vuelto a tomar como referente a las «víctimas», a los «inmigrantes» y a las divisiones del mundo y de la humanidad para concebir una escultura subterránea cargada de «significado».

«Siempre oriento mi trabajo hacia la experiencia de las víctimas y lo adapto al espacio que se me ofrece; trato de combinar ambos elementos y mi intención es añadir al mundo la perspectiva que le falta en general», explicó ayer la colombiana en la presentación de la pieza.

Salcedo da rienda suelta a sus inquietudes con los centímetros que fragmentan los cimientos de la vasta sala de exposiciones, y con los que la artista simboliza el «agujero que hay entre la humanidad y la falta de humanidad». «(La grieta) No tiene fondo; es tan profunda como lo es la grieta de la humanidad», indica.

Historia colonial

Se trata también de una obra conceptual «silenciosa», con la que Salcedo relaciona su trabajo con «la tragedia» además de revelar «parte de la historia colonial e imperial que ha sido ignorada» y que se podrá contemplar hasta el 6 de abril del próximo año.

El dramático agujero que perfora el cemento de la planta baja del museo deja entrever trozos de cable insertados en una especie de molde de hormigón. Es, sin embargo, un «esfuerzo colectivo», en el que «muchos» han colaborado y en el que el equipo de personas que rodea a Salcedo ha cuidado «cada centímetro cuadrado al detalle», tal y como recordó el comisario de la galería, Achim Borchardt-Hume.

Nacida en 1958 en Bogotá, Salcedo sucede en la Sala de las Turbinas al alemán Carsten Hoeller, dentro de la serie anual Unilever, que empezó en 2000 y que ha contado con conocidos artistas como el español Juan Muñoz y la franco-estadounidense Louise Bourgeois. En 2002, Salcedo ya sorprendió con 280 sillas colgadas de la fachada oriental del Palacio de Justicia de Bogotá, un tributo al centenar de personas que murieron durante el asalto de un grupo de guerrilleros del M-19 a ese edificio en 1985.