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ATASCADO. Esta vez la grúa no ayudó al piloto inglés a volver a carrera.
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Trata de arrancarlo Lewis

Ron Dennis imploró sin éxito para que el líder saliese de la arena y garantizó igualdad de condiciones para Brasil: «Seremos imparciales»

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La suave agonía de Hamilton en la arena de Shanghai duró un minuto y veinte segundos. Fue la repetición del «trata de arrancarlo, por Dios, Ca los» que sepultó a Sainz en el RACC de Inglaterra. Parado en la grava, recostado el McLaren número 2 contra la protección, el líder del Mundial de F1 pidió auxilio a los seis operarios chinos. El volumen de los ayudantes, cuya dimensión en tamaño se mide por la escasa altura de los urinarios en China, no favoreció al inglés. Empujaron y empujaron los trabajadores, percutieron contra las ruedas, apretaron con todo, pero el coche no se movió. Dimitió uno y quedaron cinco. Y el resultado fue el mismo. Varado en la arena, Hamilton abandonó.

Empujaron los operarios y empujó en la distancia, trescientos metros más allá, Ron Dennis. Desde la cabina de mando, el jefe de McLaren imploró socorro con la mirada y el gesto, manos hacia delante, trata de arrancarlo, Lewis, por favor. Tampoco con el apoyo del padre espiritual.

Apareció un tractor amarillo en el horizonte, la sombra de aquella grúa que salvó a Hamilton en Nurburgring. Pero nada. El inglés salió del vehículo cuando al tractor le faltaban cincuenta metros para llegar, y ya pasaban más de dos minutos desde el parón.

La flor de Hamilton no resistió esta vez. Se subió a una moto y recorrió el trayecto escaso hasta los garajes, donde le esperaba un equipo hundido. Norbert Haug, el segundo de McLaren-Mercedes, le consoló cariñoso. Recorrió el box chocando manos al estilo juvenil, gracias colegas, entre mecánicos e ingenieros. Se dirigió al muro, saludó a Dennis, buscó refugio en el afecto de una escudería que está con él.

Era campeón del mundo cuando encalló. «Cuando me he bajado del coche estaba descorazonado, por el equipo y por mí mismo -declaró-. No había cometido ningún error durante la temporada, pero ahora ya lo he hecho. Queda una carrera y todavía lo puedo conseguir. Intenté ser cuidadoso y por eso no luché de una forma encarnizada con Raikkonen. Todo podía haber ido bien, pero cometí un error. La decisión de montar gomas de seco fue acertada pero no tuvimos fortuna».

Ron Dennis fue requerido por la Prensa española y, aunque el clima de la entrevista llegó a ser innecesario por abrasivo, el jefe de McLaren apuntó: «Es nuestra intención dar a los dos pilotos la oportunidad de ganar el Mundial. Seremos limpios e imparciales. Si un piloto tiene un problema, obviamente es un problema del equipo». En un juicio sumarísimo de tres minutos, Dennis manifestó respecto a las críticas de Alonso del día anterior: «No criticaré a un miembro de mi equipo. Nunca lo hice ni lo haré. Tengo unos valores y puede que me critiquen pero yo no responderé».

Hamilton se fue en helicóptero directo al aeropuerto de Shanghai. No eran todavía las cuatro y media y en el pabellón McLaren reinaba un ambiente de funeral. Dennis no quiso elucubrar sobre el futuro. «Nuestros pilotos tienen contratos en vigor y no discutiremos ningún asunto de este tipo antes de la última carrera».