Opinion

Patina de democracia

La comunidad internacional mira hacia otro lado y se tapa la nariz ante las elecciones presidenciales en Pakistán, en condiciones bastante peculiares, que corren a cargo de los diputados de la Asamblea Nacional, del Senado y de las cuatro cámaras territoriales. Simplemente interesa que repita el general Pervez Musharraf, jefe del Estado pakistaní desde el golpe de estado que le aupó al poder en 1999 derrocando a Nawaz Sharif, su principal rival político. Musharraf es el principal aliado en la zona de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo islamista de Al Qaeda. Lo que ocurre es que es un aliado de conveniencia porque funciona a medio gas.

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Ni Bush se fía del todo de Musharraf y viceversa. Hay quien piensa que hay un pacto secreto para retrasar la búsqueda de Osama Bin Laden y demás líderes de Al Qaeda y así poder justificar la presencia constante de tropas norteamericanas en una zona donde hay enormes intereses energéticos. Ni los poderosos servicios de inteligencia paquistaníes hacen todo lo que pueden en la lucha contra Al Qaeda y los talibanes, dicen que para no soliviantar los ánimos populares, ni los norteamericanos dejan de apoyar el programa nuclear de la India. Se ha llegado a un equilibrio entre estas potencias nucleares, muy cercanas a China, y asistimos a una burda representación de unas elecciones a las que Washington pretende dar legitimidad con el acuerdo de reconciliación nacional de Musharraf con la opositora Benazir Bhutto, líder del Partido Popular de Pakistán, cuyos diputados decidieron abstenerse. Bhutto, muy beneficiada económicamente con este acuerdo, pretende compartir el poder con Musharraf, que tiene la doble condición de candidato de su partido y general en jefe de las Fuerzas Armadas como seguro de vida política.

El Tribunal Supremo ha permitido la celebración de las elecciones pero ha congelado la proclamación del resultado hasta el 17 de octubre cuando decida sobre los nuevos recursos de la oposición. Otra de las circunstancias peculiares de las elecciones radica en que los diputados que eligen al presidente terminan su mandato el próximo 15 de noviembre, por lo que habrá elecciones legislativas en enero. Todo muy chusco pero Musharraf es nuestro aliado de conveniencia aunque sólo con una pátina de democracia.