Sociedad

Orgullo de friki

Arranca en el Baluarte de la Candelaria el II Salón del Manga de Cádiz entre el entusiamo de cientos de jóvenes

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Hidetushi Furta paseaba despistado por el Baluarte. Sus ojos rasgados planeaban absortos por el universo manga que le rodeaba. Parecía haber caído del cielo. Él, en verdad, había llegado hacía cuatro meses desde Japón para aprender español, y de repente...estaba allí, entre cientos de adolescentes abducidos por el planeta manga. Su planeta. El que él mismo aprendió con los cómics y las serie de televisión que vivió de pequeño, y cuyos personajes, como si hubiera viajado a Disneyland, podía ver por fin a sus veintipico de años. «Me gusta, me gusta», decía con el diccionario de diez frases hechas que le había dado tiempo a asimilar. «Es bueno ver a la gente», añadía mientras se dirigía a una de las tiendas repletas de cosas llegadas desde miles de kilómetros. Desde su propio país.

Sólo unos pocos minutos antes se habían abierto las puertas de la segunda edición del Salón Manga de Cádiz. Cientos de jóvenes entraban a borbotones. Incluso corrían hacia las distintas actividades como si repitieran en pleno octubre la cabecera de los telediarios de las rebajas de enero. Pero, en esta ocasión, era distinto. Muchos de ellos iban perfectamente ataviados con pelucas de colores, bandanas metálicas, catanas a la cintura, vestidos imposibles para las más puretonas, lentillas de colores, y, un abanico de complementos que nada tienen que envidiar al de los grandes almacenes.

Nada más llegar Andrés Hernando firmaba en el Death Note (el libro de la muerte), situado justo a la entrada del recinto. «Aquí van los nombres de los que van a morir. Pero no vamos a morir, vamos a dejar huella», anunciaba libre de supersticiones. Vestido de Bleach (una de las anime o serie televisiva japonesa de mayor éxito), llevaba esperando este momento un año. «Desde que acabó el salón anterior». «Yo orgullofriki siempre», decía Leticia Anelo, de San Fernando. Y para la ocasión había elegido una indumentaria bastante impactante. «Voy de matoko kunasagi de Ghost in the shell», explicaba rauda en su idioma.

Las 'nancys' manga

En pocos minutos, el Baluarte estaba lleno. Por allí paseaban personajes de todos los colores, estaturas y formas. Entre ellos, las muñecas super doll-fie de Cristina Calvo y Nacho Ponce. Unos juguetes, completamente articulables, y por los que sienten pasión. Tanta que apuran sus ahorros para conseguirlos por internet. «Compras la básica pero se pueden customizar». Peluca en tienda especial, ojos acrílicos, de cristal o silicona, maquillaje...un hobbie que puede rondar entrelos 600 euros y los mil. «Para que la cultura japonesa esté siempre en nuestro corazón», colgaba alguien en el árbol de los deseos bajo el nick Tsuki no Tenshi. «Que el personaje salga bien y que nadie se confunda», pedía otro. «Los organizadores del salón informan que el taller de Para Para empezará en unos minutos». Sonaba por el megáfono. Frente al escenario, muchas personas dispuestas a seguir el ritmo de esta disciplina de baile nipón. Una, especialmente nerviosa. Isabel Acien, madre de una de las estrellas de la exhibición, Alicia Domínguez. «Somos de Chiclana. Mi niña es la de gris», decía mirando la trasera del escenario buscando la mirada cómplice de su hija. «Esta es una afición muy sana. La gente tiene un concepto muy malo de los frikis. Peor son las drogas o que estén todo el día tirados en la calle».

«Está muy tensa», susurraba otra de las amigas de la chica. «Vamos, vamos», animaban todos mientras que Alicia y sus otros tres compañeros brillaban con el Para Para.

Cantar nipón

Lo de Juan Tapias y Carlos Raúl Rosado era el karaoke libre. El hobbie cuenta con millones de adeptos en Japón. «El año pasado quedamos segundos en el concurso», presumían después de interpretar sobre el escenario Hirotinai de Dragon Ball. «Cantar en japonés es lo mismo que si lo haces en inglés u otro idioma». «¿Os considerais friki?», se les preguntaba. «Sí», tajantes.

Angle llegaba desde Málaga como administradora y responsable de la tienda de Cosplay.com. La firma on line dedicada a la vestimenta de manga y anime. «Somos una generación que ha crecido con internet. Nos gusta todo esto y nos da igual que nos llamen frikis. No tenemos que esconder nada. A quien no le guste, que no mire».

Otro recorrido por el Baluarte dejaba ayer claro el fervor que la comunidad manga siente por los videojuegos. Por casi todos. Por las consolas antiguas. Las retro, las llaman. A los juegos en red, a los de lucha como el Tekken 5, o el Street Fighter, a los acordes fingidos del Guitar Hero, o a los bailes sincronizados del DDR Standar.

Pero es salir del Baluarte y el planeta nipón se acaba. En la acera de enfrente, vuelve el Cádiz más popular: una pareja de novios salen en coche de caballos de la iglesia del Carmen. Frente a ellos, dos adolescentes juegan a ser ninjas. Para todos, es parte del día más feliz de sus vidas.