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SEGUNDO. Alonso fue ayer el único que pudo contestar el dominio de Ferrari sobre la pista. / EFE
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La FIA decide no sancionar las maniobras de Hamilton en Japón Italianos 'non gratos'

Los comisarios entienden que se daban condiciones especiales por la lluvia Raikkonen fue el más rápido en la primera sesión libre y Alonso segundo

J. C. CARABIAS
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Especialista en sortear obstáculos, Lewis Hamilton salvó ayer el penúltimo puerto antes de la meta que le puede llevar a su primer título mundial. Los comisarios de la Federación Internacional le dejaron libre, sin castigo, por su supuesta maniobra irregular en Japón. Aquella que grabó un aficionado y colgó del portal YouTube, según la cual el líder del Mundial provocó con sus frenazos el accidente entre Vettel y Webber con el coche de seguridad al mando de la carrera.

La resolución de los tres jueces se basa en el diluvio de Fuji, «en las condiciones excepcionalmente malas de la pista... que provocaron que la carrera comenzase con el coche de seguridad». Ateniéndose a ese punto de vista, la FIA consideró «inapropiado imponer una sanción». Apoya la sentencia en que el nuevo vídeo colgado de internet «en realidad no añade mucho más que el vídeo original». Por tanto, Hamilton se queda sin sanción y a Vettel, castigado con diez puestos en la parrilla de mañana por embestir por detrás a Webber, se le retira la pena y sólo se le amonesta.

Tres comisarios se sentaron ayer a eso de las cinco de la tarde en una sala de la planta baja del vanguardista circuito de Shanghai a deliberar. Tony Scott Andrews, inglés designado por la FIA, Hermann Tomczyk, alemán rotario, y Gao Xuechun, comisaria local. Por una de esas casualidades que desmontan la parafernalia modernista de la Fórmula 1, la sala quedó a la vista de todos los periodistas que se molestaron en darse una vuelta por allí. Las persianas no eran tan opacas como los comisarios pensaban. Y por allí se vio el desfile. Hamilton ingresó en la sala mientras le esperaban Webber y Vettel. Una pantalla plana gigante donde todos inspeccionaron el vídeo de YouTube, cuatro ordenadores portátiles, tres pilotos, tres jefes de equipo, tres jueces y cuatro empleados de la FIA decantaron el Mundial en dos horas de deliberaciones.

El piloto de McLaren esperó el dictamen y se quedó liberado: «Estoy feliz con este resolución y ya estoy esperando que llegue la hora de saltar a la pista». Antes de conocer el fallo, Fernando Alonso ya tradujo sus impresiones a limpio. Con la sospecha de que nada sucedería, el asturiano afirmó que «soy pesimista por naturaleza y a lo mejor no pasa nada. No he visto las imágenes del nuevo vídeo y no quiero llevarme un chasco». Alonso, que fue segundo en los entrenamientos detrás de Raikkonen, profundizó en el asunto a través de las reuniones del sindicato de pilotos: «El reglamento dice que hay que dejar una distancia de tres coches cuando sale el coche de seguridad.... Si me investigan a mí, me voy con una sanción para la cama». El Mundial ha entrado en su fase culminante y de ahí han surgido varios frentes. Además del conocido entre Hamilton y Alonso, McLaren está a la greña con Ferrari. El caso del espionaje reescribió ante los juzgados civiles y los tribunales deportivos el litigio que ambos equipos dirimen en la pista. La sanción de 72 millones de euros y la pérdida de todos los puntos del Mundial de constructores para los ingleses ha quedado colgada una herida de considerables proporciones en la frente de las dos escuderías. Tanto que, como si fuera una lucha de nacionalidades enfrentadas por un territorio común, Inglaterra e Italia han ingresado en una hostilidad abierta, sin disimulos. Los trabajadores transalpinos de Maranello han sido declarados personas non gratas en el pabellón de McLaren. A pesar de que casi se tocan, puerta contra puerta, en los paddock de medio mundo, de que su posición es correlativa en el estacionamiento de las caravanas, hace días que en la sede de Ferrari se recibió una carta en la que se conminaba a sus empleados -mecánicos, ingenieros, personal de servicio, etc- a que no se acercasen por el pabellón inglés. Se vino a decir que se evitasen las relaciones públicas entre miembros de ambos equipos por el que dirán. Una camiseta de McLaren junto a una de Ferrari ya es sinónimo de recelo. Ferrari replicó a la misiva de su competidor con un desplante muy latino. Por vía epistolar, garantizó a los empleados de McLaren que ellos sí eran bienvenidos al motorhome rojo.