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Las dos Coreas negociarán un tratado de paz tras 54 años de enfrentamiento
Los líderes de ambos países acuerdan cerrar la última herida de la guerra fría con un histórico plan de cooperación
Actualizado: GuardarEl conflicto que enfrentó a ambos países, el primero de la guerra fría al estallar en 1950, concluyó con un cese de las hostilidades tres años después. El 27 de julio de 1953, Estados Unidos, Corea del Norte y China, aliado de Pyongyang, firmaron un armisticio que nunca fue rubricado por un tratado de paz. Por lo tanto, las dos naciones hermanas continúan técnicamente en guerra y en un estado de tensión permanente que tuvo una de sus crisis más graves hace ahora un año, cuando el régimen dirigido por Kim Jong-Il hizo saltar todas las alarmas al detonar su primera bomba atómica.
Paradójicamente, aquel ensayo sirvió para desbloquear las estancadas negociaciones que se venían celebrando en Pekín para lograr el desarme nuclear del hermético régimen estalinista, y que incluyen a las dos Coreas, EE UU, China, Rusia y Japón. Como consecuencia, Pyongyang acordó el pasado 14 de febrero renunciar a su programa atómico a cambio de reconocimiento diplomático, ayuda humanitaria y un millón de toneladas de combustible, de las cuales ya ha recibido 150.000.
Para obtener el resto de la gasolina y salir del eje del mal, donde fue incluida por la Casa Blanca junto a Irán y Siria, Corea del Norte anunció el miércoles que declarará todas sus instalaciones nucleares y desmantelará su reactor de Yongbyon a finales de este año. Tras superar los recelos iniciales, el plazo ha sido decisivo para culminar el encuentro entre los mandatarios coreanos, que fue saludado por el presidente George Bush, como clave para «la paz y la estabilidad» en el noreste asiático.
Y es que Kim Jong-Il y Roh Moo-Hyun, que posaron sonrientes ante las cámaras mientras estrechaban sus manos, acordaron «colaborar para acabar con las hostilidades militares y rebajar la tensión en la península coreana». Para ello, deberán contar también con la participación de EE UU y China, los otros dos países que intervinieron en la contienda y que también están sumamente interesados en acabar con este foco de conflicto, la última herida que queda abierta en el mundo de la época de la guerra fría.
Con este propósito, las dos Coreas se comprometieron a mantener reuniones frecuentes entre sus ministros y a intensificar sus relaciones diplomáticas y, sobre todo, económicas. Así, establecerán una línea ferroviaria directa entre Pyongyang y Seúl para el transporte de mercancías y un puente aéreo para turistas entre la capital surcoreana y el Monte Paektu.
Propaganda
La propaganda del régimen ha considerado «sagrado» dicho lugar al asegurar que el 'Querido líder' Kim Jong-Il vino allí al mundo en una cabaña de madera el 16 de febrero del año 1942, aunque otras biografías no oficiales sitúan su nacimiento un año antes en la aldea siberiana de Vyatskoye, en la Unión Soviética, durante el tiempo que su padre, Kim Il-Sung, permaneció exiliado debido a la ocupación japonesa de su país.
Corea del Sur, además, pretende abrir nuevas zonas industriales en la zona desmilitarizada de la frontera, donde la multinacional Hyundai explota desde 2003 un polígono con una docena de empresas, sobre todo textiles y de industria ligera, emplean como mano de obra a 6.000 operarios de la cercana ciudad de Kaesong. De igual modo, Hyundai gestiona en Corea del Norte un complejo turístico en el Monte Kumgang, donde además se han reunido 18.000 de diez millones de familias divididas que dejó la guerra.
El incremento de dichos encuentros y una mayor voluntad para reunificar los equipos olímpicos de ambos países también figuran en las conclusiones de la cumbre, que, a nivel interno, puede servir al cuestionado presidente surcoreano para que su partido remonte de cara a las elecciones que se celebrarán en diciembre. A Kim Jong-Il le ha sido útil para que la comunidad acepte a Corea del Norte, uno de los países más pobres y aislados del mundo, y para acallar los rumores sobre su supuesta mala salud, un asunto vital para la continuidad del régimen.