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Cultura

Sofisticado, sobrio y visceral

Cronenberg mira a través de la cámara para moldear la realidad. La ensucia a su gusto a medida que el caos se va apoderando de la historia que quiere contar. Las obsesiones de este realizador excéntrico -uno de los pocos que mantiene su identidad aunque coquetee con el lado más comercial de la industria, como ya demostró en Una historia de violencia- han dado pie a un rosario de momentos de horror inmortales en la historia del cine en general y el género fantástico en particular, pero sus inicios nunca fueron del agrado de la crítica menos desprejuiciada.

BORJA CRESPO
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Calificado como el rey del horror venéreo, el Barón de la Sangre y Dave Deprave Cronenberg, entre otras lindezas, incluyendo la etiqueta de gore de autor, sus primeras películas (Vinieron de dentro de , Rabia, Scanners ) eran lo contrario a los clásicos del género, una perversión del mismo -nada de terrores góticos ni monstruos al uso-, a la postre otro valor añadido. Quizás la presencia de casquería, la viscosa forma, con fotogramas de carácter aberrante, nublaba el fondo, pero este esteta del mal rollo sabe lo que hace. Arroja las vísceras del terror cotidiano a los ojos del espectador, manteniendo su apariencia de hombre tranquilo y bien educado. Su cine retorcido choca con su mirada serena, enfatizándose su mensaje.

Desde la indispensable Inseparables, el trabajo de Cronenberg se ha sofisticado técnicamente sin perder energía ni integridad. Sus habituales turbias historias ahora están rodadas con mayor sobriedad, lo que ha multiplicado su poder de convicción. La crítica le tiene en cuenta, y llega a mayores audiencias.

Promesas del Este inauguró el festival de San Sebastián y fue una de las grandes olvidadas en el palmarés. Este vigoroso thriller dramático, con la mafia como telón de fondo, sigue la estela de su antecesora, Una historia de violencia. Viggo Mortensen, Naomi Watts y Vincent Cassel respaldan con su excelente trabajo un filme visceral, con algunas imágenes de extrema violencia que chocan con otras almibaradas alejadas de la carrera del director de La mosca y Crash (la buena).

La dirección de actores se antoja magistral, así como su retrato gris de un Londres claustrofóbico. Promesas del Este cuenta con un clímax cortante y algunas secuencias memorables, entre ellas una pelea a muerte en una sauna con connotaciones sexuales. Momentos de quitar el hipo nos recuerdan que hay un autor detrás. Empañan la función esos toques sensibleros, impropios de él, que pueden cortar el rollo a sus fieles seguidores. Sin duda, busca un contundente contraste.