INQUIETANTE. «Creo que todas mis películas son divertidas», afirma el director canadiense. / LA VOZ
DAVID CRONENBERG CINEASTA

«Hay muchos elementos de seducción en la gente peligrosa»

El director vuelve a sumergirse con su último 'thriller 'en la parte violenta de la naturaleza humana

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-Procediendo de un país tan pacífico como Canadá, ¿de dónde saca la violencia de sus películas?

-No tengo un interés particular en la violencia. En Promesas de Este sólo hay cinco minutos violentos. Es cierto que vivo en Canadá, un país bastante apacible, pero también hay violencia en Toronto, asesinatos... Hay bandas multiculturales y es un mundo que me atraía, por eso en el guión se presta una atención especial a la multiculturalidad que hay en Londres. Como dice Bernard Shaw, el conflicto es la esencia del drama, y en el mundo del cine el conflicto que mejor se puede retratar es la violencia física. Da igual que seas canadiense o suizo, en el mundo hay mucha violencia; se ve en la CNN o la BBC.

-¿Le preocupa que el personaje de Nikolái (Viggo Mortensen), un chófer mafioso, resulte atractivo al público?

-Suponía desde el principio que el personaje iba a resultar atractivo para la audiencia. Incluso al personaje de Naomi Watts, muy inocente y alejado del mundo de la mafia, le resulta atractivo. Es peligroso, pero la gente peligrosa tiene mucho de seductora. Y yo no estaba haciendo un cuento moral para los niños, realizaba una película para adultos. Me parece interesante echarle una mirada a esa parte de la naturaleza humana que se siente atraída por la peligrosidad. Hitler consiguió seducir a millones de personas. ¿Por qué? Ahí es dónde quería indagar.

-Su película habla de la prostitución, ¿es la esclavitud del siglo XXI?

-La prostitución es un problema social muy grande en todo el mundo. El guionista de la película, Steve Knight, comentaba que ahora mismo hay más esclavos en el mundo que en cualquier momento de la Historia. Sí, la prostitución es la esclavitud del siglo XXI.

-Su película se parece más a El padrino que al cine de gánsters de Scorsese.

-El cine tiene más de cien años y hay muchas referencias sobre películas de gánsteres. Cuando empiezas tu largometraje tienes que olvidarte de los demás. Evidentemente hay influencias, pero no puedes dejarte llevar por ellas y obsesionarte porque se parece demasiado a El padrino o a Los Soprano. Si lo haces te vuelves loco. Lo que pasa es que, una vez hecha, la gente siempre tiende a comparar, pero a ti eso no te puede distraer.

-¿Cómo seleccionó el reparto?

-La elección de los actores es una de las partes más importantes de mi trabajo. Si no tienes la oportunidad de elegir a los que deseas, es difícil que la película salga bien. Me siento como un científico loco buscando la química entre personas que igual ni se conocen. A Naomi Watts, por ejemplo, no la conocía; sólo había visto sus películas. Tenía que intuir que surgiría una buena relación entre ella y Viggo, a quien sí conocía. No hay reglas escritas, la intuición es muy importante.

-Trata de crear buen ambiente en sus rodajes basándose en la intuición, ¿y qué pasa si la intuición falla? ¿Le ha ocurrido alguna vez?

-Ja, ja.. Sí, pero no le voy a decir cuándo. Al principio de mi carrera cometí un gran error de ese tipo. Lo curioso es que la película funcionó muy bien, pero con otro actor habría resultado mucho mejor.

Actor fetiche

-¿Se ha convertido Viggo Mortensen en su actor fetiche?

-Me gustaría tenerle en todas mis películas, pero he trabajado con muchos artistas geniales como Jennifer Jason Leight, Christopher Walken, Jeff Goldblum y Jeremy Irons. Y es muy difícil coincidir. Tú puedes querer a un actor con el que ya has trabajado y por cuestiones de agenda no está disponible. De hecho, Viggo estuvo a punto de no poder hacer esta cinta.

-Parece que con sus dos últimas películas quiere inaugurar una nueva línea en su filmografía.

-No sé. Cuando la gente habla de cambios drásticos seguramente recuerda mis primeras películas, pero desde entonces he hecho cosas como Madame Buterffly o Dead Ringers. He realizado cintas muy distintas, ha sido casual que haya hecho Promesas del Este después de Una historia de violencia.

-Retrata mundos sórdidos y extraños, ¿no ha pensado en hacer una comedia ligerita?

-Creo que todas mis películas son divertidas. Todas tienen elementos cómicos porque el humor es una parte muy importante de mi vida. Incluso los rodajes están impregnados de buen humor. En el de Crash, por ejemplo, hacíamos chistes continuamente. El problema es que la mayoría de las comedias de hoy tienen un humor muy adolescente y aburrido. Antes había comedias sofisticadas muy interesantes e inteligentes; si pudiera encontrar algo así no me importaría nada hacer una comedia.

-¿Tener más presupuesto da más libertad para rodar?

-No exactamente. Cuanto más presupuesto tiene un filme, más conservador has de ser para buscar un público más amplio. Siempre he intentado equilibrar todo esto. Hice Spider con un presupuesto muy bajo porque iba dirigida a un público minoritario muy concreto. Y si haces una película de 200 millones de dólares, tienes que ser más tradicional para llegar a todos. Es lógico, hay que recuperar la inversión.

-¿Elige los filmes que quiere hacer?

-La gente piensa que hay directores que lo hacen, pero es falso. Ni Scorsese, que es amigo mío. Tienes que luchar para sacar tus proyectos, incluso Spielberg tiene historias que no ha podido rodar. He pretendido sacar adelante proyectos que a los productores les parecían extraños y no ha sido posible.