DESPEGUE. Lanzamiento del 'Sputnik' desde el cosmódromo de Baikonur. / NOVOSTI
Sociedad

Medio siglo en el espacio

El lanzamiento del 'Sputnik' por la Unión Soviética marcó el 4 de octubre de 1957 el comienzo de la carrera espacial que acabó con el hombre en la Luna

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El 4 de octubre de 1957, los soviéticos dejaron al mundo boquiabierto lanzando desde la base de Baikonur (Kazajstán) el primer ingenio espacial de la historia, el Sputnik 1, palabra que en ruso significa acompañante o satélite. Aquel evento provocó temor en Washington. Era evidente que los soviéticos poseían la tecnología balística necesaria para hacer llegar a territorio norteamericano misiles cargados con bombas atómicas.

«Nosotros no estábamos mucho más adelantados que los americanos en tecnología balística. Al contrario, en muchos aspectos ellos nos superaban con creces», recuerda Chertok. En los primeros lanzamientos de prueba, los rusos sufrieron multitud de fracasos, pero terminaron lográndose imponer a los estadounidenses, cuyo programa Vanguard acabó siendo un rotundo fiasco.

Según Chertok, «el Gobierno soviético ordenó que nuestro primer satélite artificial fuera un pesado laboratorio con material científico para el estudio de la estratosfera, pero los americanos estaban pisándonos los talones y Koroliov decidió que su fabricación llevaría mucho tiempo. Había que hacer algo antes para impedir que se nos adelantaran». Lo importante era demostrar que se podía poner algo en órbita.

Un continuo 'bip-bip'

Así que se creó una esfera de aluminio, que tenía 58 centímetros de diámetro, algo más 80 kilos de masa y estaba provista de cuatro antenas y un radiotransmisor, ideado por el propio Chertok. Emitía un pitido cada 0,4 segundos y fue bautizado con el nombre de Sputnik 1. Su denominación codificada fue Obiekt D (objeto D). «No tenía nada de particular. Lo único que hacía era emitir un continuo bip, bip».

Lo importante realmente era el cohete, un R-7 diseñado por Koroliov no para volar al espacio, sino para portar cabezas nucleares a una distancia de más de 8.000 kilómetros. Era un misil intercontinental de dos fases. «La puesta en órbita del Sputnik 1 causó entusiasmo en el propio pueblo americano sin saber que lo que en realidad habíamos demostrado es que podíamos alcanzarles con nuestras armas atómicas».

El bip, bip del nuevo satélite pudo oírse desde Tierra en cualquier hogar en el que hubiera un receptor de radio. Por eso, el acontecimiento produjo sensación en todo el planeta. Al día siguiente, los periódicos de todo el mundo abrían sus portadas con la noticia de que el hombre había conseguido por primera vez poner un aparato en el espacio. El Sputnik 1 cayó de su órbita justo tres meses después, tras haber efectuado 1.440 rotaciones.

El enorme éxito obtenido con el satélite hizo comprender al entonces líder soviético, Nikita Jrushiov, que la aventura espacial constituía un potente instrumento propagandístico para aglutinar a las masas en torno al Partido Comunista. Jrushiov quiso que continuase la fiesta y ordenó nuevos lanzamientos. «Nos dieron sólo un mes para preparar el envío al espacio de un ser vivo», rememora Chertok.

El 3 de noviembre de 1957 fue puesta en órbita la perrita Laika. Se dijo que el infeliz animal estuvo unos días dando vueltas alrededor de la Tierra, hasta que la cápsula se desintegró. Sin embargo, hace cinco años se supo que Laika murió seis horas después del lanzamiento, al parecer, por un fallo en el sistema de suministro de oxígeno. Pese a ello, en el mundo se consideró que la misión había sido también un éxito. Los estadounidenses respondieron por fin el 31 de enero de 1958, con su primer satélite artificial, el Explorer 1.

Victoria de EE UU

Los soviéticos estuvieron mucho tiempo por delante de los estadounidenses en la carrera espacial. En 1959, la URSS consiguió que una nave no tripulada llegara a la Luna y obtuviera las primeras fotografías de la cara oculta del satélite terrestre. También los soviéticos fueron los primeros en conseguir que un hombre, Yuri Gagarin, viajase al espacio y regresase sano y salvo. Sucedió el 12 de abril de 1961. Pero el primero en poner un pie en la Luna fue el americano Neil Armstrong, en 1969.

La desintegración de la URSS trajo consigo una etapa de terribles penurias. Los drásticos recortes que sufrieron las subvenciones provenientes de las arcas estatales pusieron la industrial espacial rusa al borde de la desaparición. La única salida para Rusia fue colaborar con Occidente en la construcción de la Estación Espacial Internacional y vender su enorme experiencia en misiones tripuladas de larga duración.

Durante el largo periodo de inactividad de la flota de transbordadores estadounidenses, tras el accidente del Columbia cuando regresaba a la Tierra el 1 de febrero de 2003, han sido las naves rusas Soyuz las únicas que han podido asegurar los relevos de las tripulaciones en la plataforma. El turismo espacial es ahora otra de las fuentes de ingresos que ayudan a Roskosmos, la agencia rusa del espacio, a mantenerse en forma. Desde 1957, Rusia ha puesto en órbita más de 3.000 ingenios, incluyendo satélites artificiales, sondas, las estaciones orbitales Saliut y Mir, y algunos de los módulos de la ISS.