PAN Y CIRCO

Preocupación

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unque, tras esta tercera derrota, no tenemos razones para el desánimo, sí las tenemos para estar preocupados. En primer lugar, porque, a pesar de los fichajes de jugadores acreditados y a pesar de los diferentes cambios de alineaciones, el equipo sigue sin funcionar: la delantera no marca goles, la línea media no domina el juego y la defensa comete demasiados fallos. En segundo lugar, porque los análisis del entrenador no son atinados ya que, de hecho, el diagnóstico no es acertado y, por lo tanto, los remedios no son eficaces. En tercer lugar, porque los responsables recurren a los tópicos vacíos que sólo sirven para enmascarar la realidad y para desorientar y, a veces, para indignar a la afición. Nos ha llamado la atención que, una vez más, hayan recurrido a la mala suerte, a los errores de árbitro y, sobre todo, a confiar en que, con el trabajo, el sacrificio, la humildad y la unión, todo cambiará, porque el balón entrará y se sucederán los triunfos. Hemos de ser muy ingenuos o muy optimistas para conformarnos con el solo hecho de que, durante veinte minutos -es igual que fueran los primeros o lo últimos- el equipo trianguló y llegó a las proximidades del área contraria. Muchos tememos que, si el cambio de juego y de resultados no se produce de manera inmediata, la desilusión y el desánimo constituirán graves obstáculos para lograr el objetivo del ascenso. Si se pretende evitar que descienda la autoestima del equipo y que cunda la desilusión de los aficionados, es urgente que se produzca un cambio cualitativo, y que, en vez de seguir descendiendo escalones, empecemos a escalar hacia puestos de la cabeza. Confieso que me preocupa cómo, conforme avanza la temporada, son muchos los que establecen una comparación con la pasada. Aunque no se sustituya al director, si se tendrá que cambiar la dirección porque la línea descendente que sigue en la actualidad, más que a la Primera, nos puede conducir a la Segunda B.