CRÍTICA DE TV

Concha

Alguien en TVE debió de dar botes de alegría al leer los índices de audiencia del martes: Herederos, el lujoso culebrón que Cuarzo ha producido para la Pública, confirmaba las buenas impresiones de su estreno e incluso mejoraba sus cifras, porque ganaba doscientos mil espectadores y superaba la barrera de los tres millones. Hacía tiempo que TVE 1 no podía apuntarse un éxito tan claro y tan rápido. Por supuesto, mañana las cañas pueden volverse lanzas, como dijo el eximio Pérez de Hita, pero eso no es demasiado previsible: primero, porque estos relatos de tempestades suelen enganchar al espectador y porque el producto rebosa calidad. Aquí ya dijimos que Herederos, desde el punto de vista ético, era pura bazofia. Sigue valiendo el juicio, por supuesto. Pero como eso pertenece al aire general de los tiempos, y esta no es la única serie que cojea de ese pie, no sería justo poner el acento en un lunar tan compartido. Es más apacible y grato quedarse con los otros aspectos del producto.

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En este último capítulo es de justicia levantarse del asiento, alzar los brazos y prorrumpir en grandes vivas a Concha Velasco, que lo borda. Ciertamente, éste no pasará a la historia como el papel de su vida (ese fue el de Santa Teresa), pero la manera de estar ante las cámaras de esta mujer es algo impresionante. Por una parte, está muy convincente en su papel de gran dama tan enérgica como atribulada. Por otro, la actriz introduce en la interpretación una cierta gama de matices. Pero no se trata sólo de que haya un actor notable: es que todos se mueven con gran convicción. Eso se percibe sobre todo en cierto número de escenas tópicas, donde lo más normal sería que alguien resbalara, pero que en Herederos consigue transmitir una impresión de verosimilitud. Por ejemplo, la escena de la tertulia de ex toreros en la bodeguiya del protagonista. Estas escenas son difíciles, porque están llenas de detalles que el espectador no siempre percibe, pero donde los errores sí que se notan. En Herederos apenas se ve error alguno, y eso hay que colgarlo, a modo de medalla, en la pechera de TVE. Buen trabajo.