Lo importante
Cuando me preguntan, con más retintín que buenas intenciones, que por qué no escribo apenas sobre las cuestiones de actualidad (política local o supralocal, economía, hipotecas, catalanismos y demás temas que aparecen en las portadas de los periódicos y en los titulares de los telediarios) y por qué me empeño en insistir en «lo de siempre» (el amor, los sueños, el irrebatible paso del tiempo), mi explicación, o quizá mi excusa, es siempre la misma: porque pienso que esos 'asuntos universales' -por decirlo de un modo aparatoso- son la verdadera y a veces la única actualidad.
Actualizado: Guardar No lo puedo evitar. Me resisto a detenerme demasiado tiempo en los asuntos noticiables. Los mundos del deseo, tan delicados y quebradizos, los de la infancia -ese paraíso a la medida del hombre- los de la amistad y el amor -coincidentes a menudo-, los de la poesía y los de los afanes más íntimos, son los mundos que acaparan mi atención, los que me interesan a diario. Los otros, los de actualidad, son pasajeros. Interesantes, no digo que no, incluso muy interesantes, pero pasajeros. La Vida (así con mayúsculas, la vida de verdad, la que sentimos dentro y nos remueve y nos zarandea) se reduce a un puñado de cosas, tres o cuatro a lo sumo, que realmente importan. Y no me refiero forzosamente a las que menciona la conocidísima canción, cargada filosofía de andar por casa, de esa utilitaria que es la más convincente de las filosofías. Ya saben: «Tres cosas hay en la vida ».
Hagan, si les apetece, su propia y exclusiva lista. Incluyan en ella sólo lo irrenunciable, lo que les hace levantarse y afrontar el mundo cada mañana. Verán cómo ninguno de esos asuntos sale en la primera plana de los periódicos.