Brown, según el guión, de Enrique Vázquez
Dejando aparte la sorpresa del viaje, imperativa por razones de seguridad, todo lo que ha dicho y hecho en Bagdad el primer ministro británico Gordon Brown se atiene a un guión poco a poco escrito, filtrado y asumido por el público: los británicos siguen cediendo la responsabilidad militar a los iraquíes y unos mil soldados regresarán para Navidad a casa.Probablemente, ni el propio Tony Blair habría podido hacer otra cosa sustancialmente distinta, pero su retirada en beneficio de Brown incluía que a éste le resultaría más fácil tomar las decisiones, por lo demás descontadas. Los británicos, en fin, van a hacer algo parecido a los americanos: irse y quedarse a un tiempo cambiando papeles, acentos y, si se puede, número de efectivos. De los 5.500 soldados británicos ahora reunidos en su base del aeropuerto de Basora, 4.500 se quedarán en misiones no de combate, sino de observación, pero dispuestos a intervenir si fuera preciso y a petición del gobierno iraquí y, en cualquier caso, protegiendo la crucial autopista que conduce a Kuwait.
Actualizado:Todo esto depende de cómo evolucionen las cosas sobre el terreno. Los observadores independientes no están seguros de que las autoridades regionales puedan hacerse cargo de la situación sin más. Y algunos medios muy sutiles o tal vez mal pensados creen que la potente guerrilla chií, que ha infiltrado a las fuerzas de seguridad locales hasta extremos increíbles, se mantiene ahora en calma para dar facilidades a la evacuación.En Londres ya no importa demasiado todo eso. El público, que según reiteradas encuestas siempre ha sido hostil a la invasión de Iraq, lo único que quiere es lo que ve: un principio de retirada digno, sin aspavientos, sin arriar bandera y sin cantar victoria. Y pasar página. La oposición conservadora apoya la decisión del gobierno y limita su crítica a decir, a falta de otro argumento, que Brown aprovecha el viaje para hacerse en Bagdad una photo opportunity.