Jerez

Un corazón azulino

Hacemos un recorrido por la vida de un veterano unido a la afición al fútbol y una pasión especial por los colores del Xerez C.D.

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Un representante de toda una vida de entrega y pasión a los colores del Xerez es Ramón Molina, hombre amplio en todos los conceptos, en su fisonomía, y en sus conocimientos en asuntos futbolísticos. Pocos conocen tan bien y tan por dentro los entresijos del club de sus amores. Ramón respira en azul la mayoría de las veces. «La verdad es que para ser un xerecista hay que ser sufridor. Es nuestro sino. Aunque también se sufre en otros equipos. Sufrimos si vamos los últimos de la tabla, y también sufrimos si vamos los primeros», comenta con un cigarrillo entre los dedos. Lógicamente, se sobreentiende que una afición se puede convertir en un sufrimiento si tenemos en cuenta que «se sufre porque esto es un sentimiento». Y añade que «tanto en los aspectos puramente deportivos como también en los entresijos de los despachos y los vestuarios».

Molina ha sido seguidor del Xerez desde que tiene uso de razón. «Aunque mi padre no era un gran aficionado -le gustaba, pero no era un seguidor-, sí que sus compañeros eran unos grandes seguidores. Fueron precisamente ellos quienes me metieron por primera vez en un campo de fútbol. Tendría yo muy poca edad. No sé... 6 o 7 años a lo sumo», afirma.

Una vez que entró ya no supo salir jamás del ambiente que se respiraba en el transcurso del juego. Desde entonces, Ramón Molina ha seguido al club por muchos lugares de España -por supuesto en los partidos que juega en casa- y hasta ha tenido la suerte de ver dos continentes gracias a su afición al Xerez, al que sigue asiduamente. «Claro, el continente europeo por razones obvias, y África porque en una ocasión estuve viendo al equipo jugar con el Ceuta», comenta con gracia.

Los mejores

En cuanto a los muchos jugadores que ha visto desde que tuviera su primer carné de socio en el año 1948, se queda con Pepe Agar, un delantero izquierdo que llegó a meter hasta 80 goles en una temporada. «Y recuerdo mucho a un tal García, en el año 1958, que era un fenómeno. Todo lo que hace ahora Zidane yo se lo vi a este García, aunque era también un poco golfillo», subraya Molina tras una leve calada a su pitillo.

Y como la temporada más completa se queda con la Bernd Schuster cuando ocupó el banquillo xerecista. «Desgraciadamente, era una pena ver cómo podíamos haber pasado a Primera División y no tener dinero suficiente para mantenernos en ella. Bueno, ya sabes que Luis Oliver -presidente en aquella temporada del club- estaba desguazando el club y tenía pendiente también llevarse la chatarra», afirma.

Sin duda, Ramón Molina Barrios es uno de los más veteranos aficionados del Xerez. Una pasión que le coloca entre los trescientos socios más antiguos, aunque nuestro protagonista declara que debería de estar entre los treinta.

Comenta que «un año, cuando recogí el nuevo carné, se confundieron y por el tres me pusieron un ocho. Retrocedí algo así como veinte años hacia atrás. Un desastre lo que hicieron conmigo, sin duda», concluye.