El lehendakari asegura que tiene competencias para convocar la consulta Zapatero cita a Ibarretxe el 16 de octubre para rechazar su referéndum
Llama al PP y al PSOE a la calma porque su propuesta es «legal» El Gobierno y los socialistas confían en que las elecciones de marzo fuercen al PNV a presionar al lehendakari para que desista de sus planes
Actualizado: GuardarIbarretxe no fue tan deprisa como el propio jefe del Ejecutivo esperaba. Zapatero, que el viernes recibió en el avión rumbo a Rusia la noticia de que ya había puesto fecha a su anunciada consulta, contaba con recibir una llamada del lehendakari de inmediato o el sábado por la mañana. El gobernante vasco, sin embargo, esperó a la noche del lunes para intentar contactar con el jefe del Ejecutivo. Y también cogió al presidente del Gobierno de viaje, en Barcelona.
La conversación, al final, se produjo ayer por la tarde. Ambos gobernantes concertaron una reunión para el 16 de octubre, una vez que el lehendakari regrese de una gira por América Latina. Zapatero anticipó a Ibarretxe su desacuerdo frontal con sus planes, pero mantuvo su compromiso de recibir el presidente del Gobierno vasco cuantas veces lo solicite.
Puro humo
El tiempo transcurrido entre la intervención del jefe del Ejecutivo vasco en el Parlamento autonómico y su llamada al palacio de La Moncloa no es, a ojos del Gobierno, casual. Los socialistas creen que la propuesta del lehendakari es puro humo que sólo busca asegurar su candidatura a la reelección: ahora, el PNV no tiene más remedio que apoyarle so pena de ofrecer una imagen de división interna, dicen fuentes gubernamentales. Además, pretende fomentar el victimismo con la esperanza de conseguir votos. Por eso, el Ejecutivo calcula que, pese al rechazo, buscará la forma de mantenerla viva hasta las generales de marzo y, sobre todo, hasta las autonómicas que ha anunciado para el otoño de 2008.
La estrategia de Zapatero pasa por evitar que Ibarretxe pueda denunciar agravio alguno de aquí a los comicios generales. De ahí, que esté dispuesto a pagar el precio de que el PP redoble sus acusaciones de que es un tibio por dar una de cal y otra de arena, es decir, por mantener su disposición a hablar con el presidente del Gobierno vasco, al tiempo que niega la más mínima posibilidad de que prospere su iniciativa ilegal.
De momento, nadie en el PSOE ha puesto en duda que este sea el modo más efectivo de abordar el desafío. Fuentes de la dirección del PSOE advierten de que aún es pronto para hablar de repercusiones electorales, pero garantizan que sus perspectivas de crecimiento en el País Vasco son elevadísimas.
El Gobierno y los socialistas confían en que si estas estimaciones se materializan en marzo, el PNV hará recapacitar al lehendakari. Fuentes gubernamentales recordaron que en las elecciones autonómicas de 2005 los nacionalistas acudieron con un discurso victimista por el rechazo del Congreso al plan Ibarretxe y, en vez de rentabilizarlo, se llevaron un sonoro revés con la pérdida de 140.000 votos y cuatro escaños en la Cámara de Vitoria.
El Ejecutivo está convencido de que también ahora los intereses electorales son el motor de la propuesta del lehendakari ya que, además de asegurar su candidatura a la reelección, proporciona al PNV, en palabras del ministro del Interior, el discurso de que «el Estado no le ha dado lo que ha pedido». Esa, indicó Alfredo Pérez Rubalcaba ayer, «será su estrategia».
El Gobierno espera que una merma en la representación del PNV en el Congreso será tomada en cuenta por ese partido y leída en clave de que ese camino sólo conduce al desastre político. Hasta entonces, dicen las fuentes gubernamentales, no son previsibles movimientos de rechazo en el nacionalismo a la estrategia del lehendakari, con algunas excepciones como la de Josu Jon Imaz.
Un ministro con peso en el Ejecutivo comentó que en la actual situación de crisis interna -la sombra de escisión de EA pesa mucho-, el PNV no tiene más remedio que «hacer la ola» a todo lo que diga Ibarretxe aunque no haya, ni mucho menos, consenso sobre sus planes. El lehendakari, Juan José Ibarretxe, ha comenzado a poner en marcha su hoja de ruta. En una comparecencia extraordinaria tras la reunión del Consejo de Gobierno en Vitoria, desveló que el lunes solicitó una reunión con el presidente del Gobierno para materializar el primer paso de su plan y alcanzar un acuerdo con el Ejecutivo sobre el futuro del País Vasco y someterlo a consulta popular. Consulta para la que aseguró ser competente para convocarla.
Ibarretxe se mostró optimista porque consideró que la primera reacción de Rodríguez Zapatero -quien afirmó «le escucharé, pero él también me va a escuchar a mÍ»-, lejos de interpretarla como una advertencia, denota la disposición del presidente a dialogar. «Correcto, porque yo también voy a oír y tengo muchas cosas que decir», aseguró.
«Discreción»
Sobre las posibles conversaciones que mantenga con el jefe del Ejecutivo en torno a su plan, Ibarretxe pidió de antemano «discreción» y consideró «suficiente» el plazo dado para sellar un acuerdo hasta el próximo mes de junio pese a que haya comicios generales en marzo. A este respecto comentó que no se puede actuar en base al «rédito electoral».
El lehendakari hizo además un llamamiento al PP y al PSOE a la «calma» ante el «nerviosismo» que ha generado su propuesta, cuya «legalidad» defendió en todo momento. «No hay ningún inconveniente. Los términos quedan perfectamente salvados en la regulación de la Constitución y de los Estatutos», afirmó. Descartó que se lleguen a materializar «las intenciones de utilizar la justicia e incluso la policía» porque el planteamiento de la consulta es «democrático y limpio».
Ibarretxe restó importancia las voces críticas que han surgido en el PNV, y añadió que «tiene el completo y consciente apoyo» del PNV, de Eusko Alkartasuna y de EB.