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El enviado especial de Naciones Unidas Ibrahim Gambari (i) estrecha la mano de la líder de la oposición birmana Aung San Suu Kyi, durante su segunda visita, en Rangún, Birmania./UNIC
tras cuatro días en el país

El enviado de la ONU abandona Birmania entre el mutismo oficial

Australia calcula que al menos 30 personas han muerto y 1.400 han sido detenidas desde el miércoles pasado

AGENCIAS |
RANGÚNActualizado:

Tras recibir varios plantones, el enviado especial de la ONU a Birmania, Ibrahim Gambari, se ha reunido finalmente con el líder de la Junta Militar birmana, el general Than Shwe. El diplomático se ha trasladado a la capital oficial, Naypyitaw, para transmitirle la petición internacional de que ponga fin a la represión contra las manifestaciones y de que se tome en serio la necesidad de reformas democráticas.

El veterano 'hombre fuerte' de Birmania, un experto en la guerra psicológica, ha hecho esperar dos días a Gambari creando la duda de un posible desplante al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien encomendó al diplomático nigeriano viajar inmediatamente al país asiático para tratar de infundir en los generales birmanos los conceptos de contención y diálogo.

Fuentes diplomáticas han explicado que posteriormente se ha trasladado a Rangún para entrevistarse por segunda vez con la histórica dirigente democrática Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991. El encuentro con Than Shwe estaba previsto desde ayer, pero el de la líder ha supuesto una sorpresa, lo cual podría dar a entender que la misión ha obtenido algunos resultados.

Gambari ya ha salido de Birmania con destino a Singapur y posteriormente a Nueva York, poco después de reunirse con la disidente birmana en un edificio perteneciente al Estado, situado a unos 300 metros de la residencia de Suu Kyi. El enviado de la ONU ya se había reunido con ella el pasado domingo, en el ecuador de sus cuatro días de misión. Este mismo día, se entrevistó con el número dos de la Junta Militar, el general Maung Aye, así como con los dos siguientes en el rango de dirigentes.

Entretanto, las fuerzas de seguridad han relajado su presencia en las calles de Rangún, la principal ciudad del país, donde las tropas reprimieron brutalmente las manifestaciones de la semana pasada. El toque de queda, que regía desde las 21:00 horas hasta las cinco de la mañana, ha sido reducido de las 22:00 a las cuatro.

Al menos 30 muertos y 1.400 detenidos

El ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, ha afirmado hoy que al menos 30 personas han muerto y otras 1.400 han sido detenidas en Birmania desde el miércoles pasado, cuando empezó la represión de las manifestaciones antigubernamentales. La Junta Militar birmana sólo ha reconocido diez víctimas mortales desde el 25 de septiembre, cuando prohibió las reuniones públicas de más de cinco personas y decretó el toque de queda en Rangún y Mandalay, las dos principales ciudades del país.

Entre los muertos oficiales admitidos destaca un reportero gráfico japonés que falleció en la primera jornada de cargas contra las manifestaciones pacíficas, el 26 de septiembre, a causa de los disparos de los soldados contra los manifestantes. El Gobierno de Japón ha dicho que realizará un nueva autopsia del cadáver para comprobar si le dispararon a bocajarro, como afirma la disidencia birmana.

Downer ha calificado hoy de "brutal" la respuesta del régimen militar birmano a las marchas pacíficas que encabezaban los monjes budistas. La Junta Militar ha conseguido aplastar la movilizaciones en Rangún con la fuerte presencia de tropas y controles en las calles y el cerco de los monasterios.

Birmania, aislamiento y represión

Las manifestaciones arrancaron el pasado 19 de agosto para protestar por la carestía de los productos básicos a raíz de la subida de los combustibles decretada por el Gobierno militar. En Birmania no se celebran elecciones legislativas desde 1990, cuando Suu Kyi, al frente de la LND, consiguió una victoria abrumadora que nunca ha sido reconocida por los generales que rigen el país con mano dura desde 1962.

Las marchas pacíficas de los monjes fueron iniciadas para reclamar disculpas al Gobierno por la agresión a varios bonzos, pero con el paso de los días se han convertido en manifestaciones para exigir libertad y mejoras sociales.