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¿Un nuevo Tiennanmen?
MADRID Actualizado: GuardarEl penúltimo episodio acontecido en la revuelta popular de Birmania hace temer lo peor. Anoche, Kyaing Kyaing, esposa del jefe de la Junta Militar, el general Than Shwe, acompañada de su hija, Thadar Shwe, y de uno de sus nietos, tomó un vuelo de Air Bagan en primera clase el pasado miércoles y abandonó el país.
La situación de Birmania (formalmente Myanmar, nombre que, por cierto, la oposición no acepta porque fue una ocurrencia del nuevo orden castrense) no ha hecho más que ir a peor desde que el pasado 19 de agosto la Junta Militar que gobierna el país con mano de hierro decidiera subir el precio del combustible un 500%.
La revuelta popular de estos días, a diferencia de la que desencadenó la matanza de 1988, está liderada por el movimiento budista, y encabezada por los monjes de la gran pagoda de Shwedagon, el primer santuario del país, símbolo de la nación, que hasta ahora no se había destacado por su hostilidad al régimen.
En el país no se celebran elecciones legislativas desde 1990, cuando Aung San Suu Kyi, al frente de la Liga Nacional por la Democracia (LND), consiguió una victoria abrumadora que la facción militar se negó a reconocer y que resolvió disolviendo el parlamento y encarcelándola, para más tarde ponerla bajo un arresto domiciliario que todavía hoy continúa.
Desde entonces, Than Shwe, mantiene a su país sometido a un régimen de terror y secretos, fortaleciendo el papel del ejército y asfixiando toda aspiración democrática. Además, en este tiempo, se ha esforzado por lograr un acercamiento a China, Rusia, India y Tailandia, países muy interesados en los recursos naturales birmanos, fundamentalmente el gas. Y a tenor de los acontecimientos, lo ha conseguido: El Consejo de Seguridad de la ONU instó el miércoles a la Junta Militar a ejercer la "contención" en sus actos violentos contra la población civil, pero el veto de China evitó la condena del máximo órgano de Naciones Unidas contra el régimen.
De espaldas a la comunidad internacional
La situación de aislamiento del régimen militar birmano se ha agravado en los últimos años. En junio de 1999 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) interrumpió la cooperación técnica. Estados Unidos prorrogó en abril de 2003 las sanciones impuestas desde 1997 y la UE reforzó en mayo de 2003 las que tiene en vigor desde 1996.
La presión internacional llevó a la Junta Militar a diseñar en 2003 una "hoja de ruta" para iniciar la democratización del país. Pero la sustitución en 2004 del primer ministro Khin Nyunt, por el general Soe Win, de la línea dura del gobierno, fue visto con recelo por los analistas internacionales.
No obstante, en 2004 se celebró una nueva Convención Nacional encargada de redactar la Constitución, primera iniciativa de la hoja de ruta, que tras reunirse en varias ocasiones, se suspendió a comienzos de 2006 y no se reanudó hasta octubre de ese año. El 31 de agosto de 2007 la Convención Nacional birmana concluyó el proceso de redacción del borrador constitucional.
¿Un nuevo Tiennanmen?
Las revueltas pacíficas reprimidas por militares, y los registros en los hoteles desde donde trabaja la prensa internacional trae a la memoria los sucesos de Tiennanmen en 1989, cuyo balance de víctimas aún hoy se desconocen. Los generales birmanos cuentan en la actualidad con una eficiente y extensa red de espionaje y control de la información que se basa en un programa desarrollado a lo largo de cuatro décadas de dictadura y que ha costado varios millones de dólares.
Las llamadas telefónicas al extranjero en los hoteles de Rangún y otras ciudades importantes son interceptadas sin disimulo y cuando se emplea el servicio de internet, en general sólo disponible en establecimientos de cuatro y cinco estrellas, hay que entregar una copia del mensaje.