España humilla a Alemania y pasa a semifinales
Los de Pepu Hernández vencen por 83-55 a los teutones ofreciendo un juego espectacular y sólido
Actualizado: GuardarEspaña es mejor que hace un año, ha crecido, ha hecho el más difícil todavía, lo que parecía imposible, ser aún más equipo, elevar la calidad de su baloncesto, seguir ganando con el máximo respeto hacia el rival y llegar al extremo de disputar los cuartos de final de un Europeo frente a Alemania con la alegría de una cuadrilla de colegiales enamorados del juego para acceder a la antesala de las medallas continentales en un mar de sonrisas.
Los campeones del mundo regalaron otra noche de felicidad a los millones de ojos que les siguen. Pasaron por encima de Alemania y sacaron billete para el penúltimo escalón del campeonato. Lo lograron a partir de una salida plena de concentración y cuarenta minutos de divertimento sensato, de profesionalismo racional.
Las lagunas mentales sufridas en la salida de los choques contra Israel y contra Letonia les habían puesto sobre aviso y el recibimiento dispensado a los germanos pagó las cuentas pendientes de ambos deslices con una propina sumamente generosa.
Arollando desde el principio
España pisó el acelerador a fondo desde el salto inicial. Ni siquiera acusó el parón de quince minutos provocado por el mal funcionamiento de los contadores de veinticuatro segundos -el locutor del pabellón anunció los últimos ocho segundos de cada posesión por megafonía hasta el final del choque-. España sabe demasiado bien que los cuartos de final son la clave de todos los campeonatos internacionales.
La selección nacional salió a por el pasaporte hacia las semifinales sin reserva alguna. Desplegó su estilo, creyó en lo que hace y en el equipo que es y abrió un hueco muy interesante (18-11) que Johannes Herber, el verdugo de Italia en la liga de octavos, suavizó con un triple en el epílogo del primer cuarto (18-14).
La España de los amistosos, la que había ganado los encuentros de Valencia y Palma de Mallorca a medio gas, daba miedo. El tercer tramo de los 'golden boys' arrinconó a los subcampeones de Belgrado 2005. Hasta 'Pepu' se permitía el lujo de aplaudir la borrachera de baloncesto de sus pupilos desde la banda.
El periodo de cierre careció de incertidumbre (71-43 m.32), que no de diversión. La selección juega para disfrutar, para vivir un deporte precioso sin ataduras, para ser algo más que deportistas de elite. La selección es una familia de exquisitos baloncestistas que entienden la competición como la mejor manera de entregar el corazón a los compañeros, de hacer de las victorias algo más que una combinación de números y de mostrar un respeto reverencial por el rival aunque el marcador invite a la fiesta (78-43 m.34).