Magdalena Álvarez, todo un carácter
MADRIDActualizado:Magdalena Álvarez Arza, San Fernando, Cádiz, 1952, es en estos días la mujer más cuestionada de España. Tiene enfadados a los catalanes y a buena parte del panorama político nacional, y acumula en su trayectoria alguna de las crisis que más crispación han generado entre los ciudadanos. Pero, lejos de arrugarse, la ministra de Fomento 'saca pecho', presume de mujer y de andaluza, y se pone las críticas por montera. No se le conocen aficiones más allá de 'ir de compras'; le encanta.
Su fuerte carácter es la coraza para resistir el acoso. La oposición al completo ha pedido su 'cabeza' por el caos de las infraestructuras en Barcelona y ella, acostumbrada a estar en el disparadero, lo ha dejado claro: no va a dimitir salvo que sea el propio José Luis Rodríguez Zapatero, con el que se lleva bien, quien abra la puerta para que abandone el Gobierno.
A 'Maleni' -para quienes le quieren bien- o 'Mandatela' -para los que le quieren menos- no le asustan los retos ni las broncas políticas. Y menos con el Partido Popular, contra el que parece disfrutar en la refriega. Esperanza Aguirre, Celia Villalobos y Mariano Rajoy, al que un día allá por 1998 obligó a apagar un puro durante una reunión y presume de ello, son sus 'favoritos'.
Es un genio con los números y los presupuestos -no en vano es doctora 'cum laude' en Ciencias Económicas y Empresariales e inspectora de Hacienda-, pero no es generosa con las disculpas, es más, tiene escasa disposición a reconocer errores. Arrogante, prepotente o 'chula' son algunas de las lindezas que le dedican sus críticos. Sus amigos -que los tiene, y muchos- aseguran, sin embargo, que es de las que "nunca tira la toalla ni deja abandonado a nadie". Estos días ha recibido llamadas de apoyo de casi todos los miembros del Gobierno.
A comienzos de los años 80, cuando ya era inspectora de Finanzas del Estado, frecuentaba una céntrica cervecería madrileña con varios amigos que después destacarían en la vida pública. Formaban el grupo, entre otros, José Borrell, Enrique Martínez Robles, hoy presidente de SEPI, Juana Lázaro, antigua directora general de la Agencia Tributaria y ahora subsecretaria de Economía y Hacienda, o Encarnación Vivancos, antes jefe de equipo de la Oficina de Inspección del Ministerio de Hacienda y hoy subsecretaria de Fomento. Entre 1991 y 1996, se forjó el sobrenombre de 'Lady Aviaco' por elevado número de billetes gratuitos que consumió gracias a su condición de consejera de la aerolínea.
'Hija' de Chaves
Esta gaditana de nacimiento, pero malagueña de corazón, es 'hija política' y buena amiga de Manuel Chaves, quien la llamó para las elecciones autonómicas de 1994 y la convirtió después en su consejera de Economía, cargo en el que se mantuvo durante diez años. En la Junta de Andalucía curtió su fuerte carácter, pues a su llegada tuvo que bregar con la pinza del PP e IU, que le complicó la vida y la aprobación de los presupuestos regionales.
Allí aprendió a sortear crisis y a aguantar embestidas y 'puñaladas'. La Ley Andaluza de Cajas de Ahorros le enfrentó con casi todo el mundo, desde las propias entidades financiaras a la Iglesia o, incluso, a algunos sectores del PSOE. Extremadamente exigente con sus colaboradores, a los que tiene siempre 'firmes', Magdalena Álvarez difícilmente acepta un "no" por respuesta. "Es rigurosa, exigente, incansable; te agota", dice alguien que la conoce desde hace años y que, matiza, "pide tanto porque ella trabaja 14 horas al día, y tras la presión siempre agradece tu esfuerzo".
Álvarez formó parte del grupo de 'notables' que ayudaron a Zapatero a preparar su desembarco en el palacio de La Moncloa. Cuando el presidente le ofreció la cartera de Fomento no se lo pensó dos veces. Dicen las malas lenguas que en algunos despachos de la Junta de Andalucía brindaron con champán para celebrar su partida. Desde el primer día en el Gobierno, se ha encargado de recordar la mala gestión de su antecesor, Francisco Álvarez-Cascos, y de subrayar su "decidida apuesta" por las infraestructuras. Su capacidad de persuasión ha sido útil para 'arrancarle' cada año a Pedro Solbes más de 15.000 millones de euros para carreteras, puertos, trenes o aeropuertos.
Polémica
Su gestión ha sido muy cuestionada. Pues en lo que va de legislatura miles de ciudadanos se han quedado atrapados por la nieve en las carreteras, han perdido sus vacaciones porque los aeropuertos se convertían en un circo cada verano o han sufrido un caos ferroviario continuado que nadie explicó nunca. La comunicación ha sido su punto débil. La ministra no se siente cómoda entre periodistas. Queda para el recuerdo -infausto- aquella célebre frase suya del "Plan Galicia de mierda" durante una rueda de prensa. Una actitud que complica la comunicación del esfuerzo realizado por el Ministerio en momentos de crisis.
Los recientes problemas en Barcelona han tensado a Magdalena Álvarez, que ha llegado a parecer cansada. "Bienvenido sea el día en que el presidente me diga que deje el Ministerio", llegó a decir. Pero es sólo una ilusión. Alguien que la conoce bien dice que "no se amilana jamás", y que si parece nerviosa "es porque tiene mucho sentido de la responsabilidad y sabe que su actuación puede dañar al Gobierno". Sobre el futuro, sus más próximos la siguen viendo en la política, "y no necesariamente en Andalucía".