El juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez, en una imagen de archivo.
juicio 11-M | 57 sesiones

El juicio del mayor atentado terrorista de Europa queda "visto para sentencia"

19 de los 28 procesados aprovechan su derecho a la última palabra para proclamar su inocencia, como Zougam, quien recrimina el «interés» de medios y políticos en señalar autores islamistas

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"Visto para sentencia". Éstas han sido las últimas palabras pronunciadas - a las 22.37 horas- por el presidente del tribunal del 11-M, Javier Gómez Bermúdez, después de 57 sesiones y las declaraciones de casi 300 testigos. El proceso judicial más importante de la historia reciente de España ha llegado a su fin. Y lo ha hecho otorgando a los 28 acusados de perpetrar la mayor masacre terrorista de la historia europea su derecho de "última palabra", es decir, de la misma manera en que empezó.

El fallo judicial contra los acusados por la muerte de 191 personas no se conocerá antes de cuatro meses, pues los magistrados prevén que sus deliberaciones y la redacción de la sentencia se alargarán, al menos, hasta octubre próximo.

La última sesión del juicio, la número 57, terminó pasadas las diez y media de la noche, con la sala de vistas repleta de abogados y público. La tensión y el nerviosismo acumulados fueron palpables entre las víctimas presentes y en algunos momentos se tradujeron en comentarios y susurros de desaprobación a las intervenciones de los sospechosos, que fueron cortados de inmediato por el presidente para evitar incidentes más graves. Pidió que se mantuviese el orden, como en los cuatro meses y medio precedentes, para no verse obligado a desalojar la sala.

Los procesados declaran su inocencia



El primero en salir de la 'pecera' para hacer uso de su derecho a la última palabra -de pie, junto al micrófono de la sala de vistas- fue Jamal Zougam, presunto autor material de los atentados. Zougam, como si no se fiase del informe que su defensor acababa de terminar, leyó durante 40 minutos al tribunal las varias decenas de folios manuscritos que preparaba, como otros procesados, desde hace días y que había revisado durante toda la mañana.

El procesado, como luego repetirían los demás, aseguró que "no tengo nada que ver con el 11-M, soy inocente y pido justicia, pero no justicia como venganza, porque en la causa no hay nada que demuestre que tengo algo que ver". Negó ser seguidor de 'Abu Dahdah', ex jefe de Al Qaeda en España, rechazó haber puesto bombas en los trenes e indicó que todo lo que se ha dicho contra él son "barbaridades y mentiras". Zougam quiso aclarar por qué el 15 de marzo de 2004, cuando llevaba dos días detenido en los calabozos de la Audiencia Nacional, preguntó a un forense quién había ganado las elecciones generales el día anterior. "Creía que si los atentados habían afectado a los resultados de las elecciones íbamos a tener problemas, y así fue", explicó.

El segundo de los presuntos autores materiales sentado en el banquillo, Abdelmajib Bouchar, pese a la importante cantidad de pruebas expuestas en su contra durante el juicio, aseguró que condena los ataques del 11-M y "todos los atentados terroristas de todo el mundo". Insistió en que es inocente y aseguró que no son ciertas las acusaciones, porque él no subió a los cercanías para causar la masacre de Madrid.

Las contradicciones de Zouhier



La intervención más extravagante, como ya se preveía, fue la del procesado y confidente Rafa Zouhier, acusado de poner en contacto al comando islamista con la trama asturiana que presuntamente proporcionó los explosivos para volar los trenes. Este personaje histriónico ocupó más de 35 minutos en reiterar que es inocente, que avisó meses antes de los atentados sobre el tráfico de explosivos de los asturianos, que sólo se metió en este asunto para ayudar, y en asegurar que "hice todo lo que estuvo en mis manos para evitar los atentados". "Si la Guardia Civil hubiese usado la información no hubieran ocurrido", repitió al menos una docena de veces, antes de preguntarse: "¿Cuántas veces he de avisar que vendían explosivos para que hiciesen algo?".

Sin embargo, como ya le ocurrió en su declaración inicial, tanto y tan rápido habla que terminó por decir cosas en su contra. La frase "yo he avisado de una cosa para salvar vidas, porque si (la Goma 2) hubiera sido para cortar árboles no hubiese avisado", cuadra muy poco con su reiterada afirmación de que no sabía para qué quería los explosivos el jefe del comando islamista, Jamal Ahmidán, el Chino. Tampoco le va a ayudar mucho durante su futura estancia en la cárcel el recordatorio-confesión de que "avisé de las mismas personas que están ahí", mientras señalaba a la 'pecera'.

Nueve de los 28 procesados eligen el silencio



Los tres presuntos jefes terroristas internacionales, a los que se acusa de ser los inductores de los atentados, prácticamente no dijeron nada. Youssef Belhadj, presunto portavoz de Al Qaeda en Europa, rechazó hablar. Mohamed el Egipcio sólo le pidió al tribunal que "aplique justicia". Y Hassan el Haski, presunto responsable en el continente del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), dijo que "soy totalmente inocente". Negó ser un terrorista y su relación con el 11-M, dijo que no pertenece al GICM y, como demostración de su inocencia, indicó que de los procesados "nadie me conoce, no han mencionado mi nombre".

Los nueve miembros de la llamada trama asturiana de los explosivos, supuestamente liderados por el ex minero Emilio Suárez Trashorras, por consejo de sus defensores, prefirieron no hacer uso de este derecho, que normalmente no suele traer beneficios al procesado, diga lo que diga, y que, en cambio, ha servido en muchos juicios para aumentar las pruebas de cargo contra ellos. Sólo Antonio Toro, ex cuñado de Trashorras, leyó dos breves frases para puntualizar que algunos hechos en su contra no eran ciertos.