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«Abu Dadá» afirma que el 11-M es consecuencia de la guerra de Irak
Las víctimas de la masacre han comenzado a relatar cómo vivieron esa negra jornada y las secuelas que les dejaron
Actualizado: GuardarEl considerado representante del líder de Al Qaeda en España, Eddin Barakat Yarkas, alias 'Abu Dahdah', ha asegurado que los atentados de Madrid "no le extrañaron" y los considera una consecuencia de la guerra de Irak en una jornada del juicio por el 11-M marcada por el inicio de los testimonios de las víctimas de la masacre.
'Abu Dahdah' ha precisado que todo lo que conoce en relación con los atentados es lo que ha leído o visto a través de los medios de comunicación, ya que en aquel momento ya se encontraba en prisión. Además, ha negado haber participado en reuniones de adoctrinamiento yihadista celebradas en el Río Alberche, donde las declaraciones de testigos protegidos le han situado en al menos en uno de esos encuentros.
Ha explicado también que nunca ha visitado el local de la calle Virgen del Coro de Madrid, propiedad del acusado Mouhannad Almallah Dabbas, al que ha reconocido conocer porque le arregló "una lavadora" en una ocasión y coincidieron posteriormente en la Mezquita. Otro de los acusados con el que ha admitido haber tenido contacto es con Jamal Zougam. Ha explicado que el procesado regentado una pequeña tienda de alimentación al que él suministra un determinado tipo de verduras de semilla árabe
No obstante ha afirmado no conocer a ninguno de los considerados autores intelectuales de la masacre, Rabei Osman El Sayed, alias 'Mohamed El Egipcio', Hassan El Haski o Youssef Belhadj. Tampoco ha reconocido contactos con uno de los considerados partícipes que se encuentra en situación de rebeldía, Mohamed Belhadj. En cuanto a Sarhane Ben Abdelmajid Faket, alias 'Serhane El Tunecino', que a pesar de no conocerle, ha precisado que su cara le resultó "familiar" cuando vió sus fotos a través de televisión, aunque ha especificado que "nunca" habló con él.
Llega el turno de las víctimas
Seis víctimas de los atentados han relatado su experiencia, a la vez que han exigido responsabilidades políticas. Una de las víctima del 11-M, Antonio Miguel Utrera, que tenía 18 cuando ocurrió la masacre, ha reclamado "la máxima pena para los culpables y responsabilidades políticas entre los miembros del anterior Ejecutivo" por los atentados que le han dejado graves secuelas físicas y psíquicas.
El joven, que viajaba en el tren que estalló a la altura de calle Téllez, hizo un estremecedor relato sobre la terrible experiencia que le tocó vivir esa mañana del 11 de marzo de 2004 cuando se dirigía a la Universidad. Una sola frase le sirvió para describir el terror que se vivió ese día: "Era como un baile de sonámbulos", destacó, al explicar lo que recuerda haber visto a su alrededor tras las explosiones. "Todo el mundo estaba muy triste. Nadie se miraba. Todo el mundo miraba a la nada. Era una sensación muy rara, muy rara", prosiguió.
Por la mañana testificó otra víctima que viajó en uno de los trenes atacados, pero que no resultó herida a pesar de que no se bajó del tren que cogió el 11-M en Alcalá de Henares hasta que se produjo la explosión. Este testigo reconoció a uno de los suicidas de Leganés, Allekema Lamari, como una de las personas a las que vio ese día en ese tren con una mochila junto a otros dos "señores", también de aspecto árabe, que parecía "como si estuvieran esperando algo" y que, después de que se bajarán del vagón, "ya no les vi más el pelo".
El dueño de la Kangoo halló una cinta en árabe
Entre las declaraciones de hoy, también destaca la de José Garzón, propietario de la furgoneta Renault Kangoo localizada en las cercanías de la estación de Alcalá de Henares. Garzón ha indicado que entre las cintas de música del automóvil localizó, una vez le fue devuelta la furgoneta, una en árabe. "De momento la junté con las otras y luego me di cuenta de que no era mía. No me la reclamaron y al cabo de unos días se la llevé al juez Del Olmo", ha explicado el testigo.
Ha relatado que la furgoneta le fue robada en la noche del 27 al 28 de febrero, cuando se encontraba aparcada frente a su taller, en el distrito madrileño de Cuatro Caminos, cerca de donde se encuentra uno de los locutorios regentados por Zougam. Ha precisado además que un año antes del robo le desapareció uno de los juegos de llaves cuando se encontraba descargándola en la puerta de la nave donde tenía su negocio.
Desaparición de la dinamita
Un empleado de Mina Conchita, de donde fueron supuestamente sustraídos los explosivos del 11-M, ha relatado que dio aviso al vigilante de la explotación, el acusado Emilio Llano, de la desaparición, a principios de 2004, de unas cuatro o cinco cajas de dinamita de 25 kilos cada una.
Ha indicado también que después del 11-M vio que había unas etiquetas del supermercado Carrefour tiradas por la mina, y que, según la calificación del fiscal, podrían corresponder a las etiquetas de las bolsas de los artefactos explosivos. No obstante, otro empleado de la mina ha manifestado que las vio días antes de la masacre.