«Hay que hacerlo para comer en casa»
Cerca de mil piezas son subastadas todos los años porque sus dueños no hacen frente al pago del préstamo
Actualizado: GuardarMaría camina despacio y con la cabeza muy baja como si estuviese contando las baldosas. Mira a la derecha, no hay nadie. Hace lo mismo hacia la izquierda. En ese momento, suspira de alivio. No se ha encontrado con nadie en el camino. No ha tenido que dar explicaciones a nadie de por qué está en Cádiz. Mira la puerta y decide entrar enérgicamente en el Monte de Piedad de Piedad, pero antes mira si alguien la ha visto.
Hay dos colas: una para empeño y otra para devoluciones. Antes pulsa una máquina para coger número, pero ésta no funciona. Pregunta: «¿Quién es el último para empeños?». Un hombre le contesta que es él. María se pone en la cola mientras agarra fuertemente la medalla que va a empeñar como si no quisiese desprenderse de ella. La fila no avanza. Los tasadores se toman su tiempo para evaluar las piezas.
En esos momentos, se le pasan por la cabeza miles de recuerdos, pero las necesidades en casa no dejan otra opción. «Soy viuda desde hace dos años. Mi pensión no supera los 600 euros y en casa tengo siete hijos. Necesito comer y no tengo más remedio que empeñar mi medalla, pero espero recuperarla pronto». Sus ojos, medios llorosos, dicen todo lo contrario; en breves momentos perderá uno de sus bienes más preciados, una joya de oro regalada por su madre.
Sueña con que su hija recupere la joya como pasó la primera vez que empeñó unos anillos y unos pendientes porque «no había nada en casa para comer».
La papeleta
Su turno. El tasador comprueba la pieza mirando una y otra que se encuentra en buen estado. Una vez realizada la comprobación, se informa a María de la cantidad a que puede ascender el préstamo en base a la medalla presentada.
Al final acepta lo convenido y se procede a la formalización del contrato del préstamo, llamado popularmente «papeleta», y a su abono inmediato en la ventanilla correspondiente. Por la operación, le dan 40 euros a esta vecina de El Puerto.
Una vez que se ha efectuado el servicio, la propietaria puede renovar el préstamo hasta un máximo de tres años. Si hasta ese momento no ha devuelto la cantidad inicial, junto a los intereses, la oficina entrega las joyas a subasta pública. Pese al riesgo de perder las pertenencias, Rafael Bienvenido especifica que en la provincia menos del 3% del depósito acaba en una subasta pública para recaudar lo prestado.