Los pasajeros de Barajas se solidarizaron con las víctimas. /REUTERS
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Un apasionado del fútbol que soñaba con tener su propio piso

Diego Armando Estacio trabajaba en el sector de la construcción en Madrid, a donde emigró hace cinco años con su padre

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Diego Armando Estacio Sivisapa, ecuatoriano de 19 años, sentía pasión por el fútbol y tenía una ilusión: comprar algún día un piso para vivir con su novia, Verónica Arequipa.

Trabajaba en el sector de la construcción en Madrid, donde emigró hace cinco años con su padre, Winston, poco después de que lo hiciera a Italia su madre, Jaqueline. Diego Armando dejó atrás la casa de Machala (Ecuador), en la que vivía con su hermana, padres y abuelos maternos.

Había pedido la regularización el 6 de mayo de 2005 en Madrid, un día antes de que concluyera el plazo que el Ministerio de Trabajo aplicó por el proceso extraordinario. La Administración le concedió los permisos para residir y trabajar en España dentro de la Ley en agosto de ese mismo año, un permiso inicial de un año que caducó en octubre de 2006. Ese mismo mes solicitó la renovación de sus permisos, que le fue concedida por dos años más, aunque todavía no le había sido notificada.

Seguidor del Barcelona, jugó hasta agosto pasado en la Liga Confraternidad Ecuatoriana y luego pasó a la Liga Integración Latina, en la que compiten equipos formados por inmigrantes procedentes de distintos países latinoamericanos.

Se quedó a dormir en el coche

El sábado pasado acudió a Barajas junto a su novia, también ecuatoriana, para recoger a la madre de ella y a otros familiares, que venían del país andino. Diego Armando se quedó durmiendo en el coche, en la planta primera del módulo D del aparcamiento de la nueva terminal, una más abajo de donde estalló la furgoneta bomba colocada por ETA.

Esos familiares que Diego Armando había ido a recoger relataron que oyeron la explosión poco después de aterrizar, cuando se dirigían al aparcamiento. Verónica explicó que al intentar acceder al aparcamiento, tras recoger a sus familiares, ya no se podía entrar, y tras preguntar por la razón les dijeron que no lo sabían.

Verónica y Diego Armando vivían en un piso del barrio de Entrevías (Puente de Vallecas) y planeaban tener algún día casa propia en Madrid.

Al día siguiente del atentado llegaron a la capital de España procedentes de Milán (Italia) la madre de Diego Armando y su hermana, cuatro años mayor que él, con un bebé.

Carismático y divertido

"Diego era un joven alegre, tranquilo, con ganas de vivir, con planes de radicarse en España con su pareja, al que le gustaba la farra y el baile, pero su gran pasión era el fútbol", dijo Christian Álvaro Cañada, uno de sus mejores amigos. José Vicente Arequipa, hermano de Verónica, recalcó que formaban un grupo que se llevaba "muy bien, como hermanos".

Cañada dijo que, nada más llegar al aeropuerto el pasado sábado, Diego Armando decidió quedarse a descansar dentro del coche, en el aparcamiento, porque "estaba cansado". "La noche anterior fuimos a un bar a divertirnos", añadió.

Antonio, uno de sus compañeros del Gran América, equipo en el que jugaba, le definió como una persona "carismática" y "divertida", con mucha iniciativa, "un líder muy alegre en cuanto tomaba confianza" con la gente. Carlos, otro de sus amigos, recordó que era conocido en su equipo de fútbol como 'El Bombero', porque un fin de semana salió de fiesta y, de madrugaba, cuando regresaba a casa, se encontró ardiendo una papelera del metro y agarró un extintor para apagar el fuego.