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El Papa concluye su viaje a Turquía, el más polémico de su pontificado
Despide a la comunidad católica turca en la catedral del Espíritu Santo
Actualizado: GuardarBenedicto XVI ha superado con creces el difícil viaje a Turquía, una visita que tenía en principio un marcado objetivo ecuménico -reunirse con los ortodoxos- y que derivó en un asunto político, debido al discurso que pronunció en Ratisbona (Alemania) considerado "ofensivo" por el mundo islámico.
"Mi viaje no es político, sino pastoral", afirmó el Papa Ratzinger cuando emprendía viaje a Ankara, intentando ubicarlo en el contexto en que fue organizado, que era celebrar con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, la festividad de San Andrés, el patrón de los ortodoxos, y estrechar relaciones con la iglesia separada desde hace casi mil años.
Sin embargo, la ya famosa cita del Papa de la conversación entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un erudito persa, en la que el mandatario decía que "Mahoma no había traído nada novedoso excepto la orden de extender la fe mediante la espada" puso en pie de guerra al mundo musulmán.
En Turquía, de mayoría musulmana, se celebraron manifestaciones contra el Papa y la máxima autoridad religiosa del país, Ali Bardakoglu, fue uno de los más críticos con el Pontífice, así como el partido del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.
Problemas
La visita se complicó más de la cuenta y Benedicto XVI se convirtió en un huésped, como mínimo, incómodo, para Erdogan, que en los días previos no sabía si recibirle o rebajar de categoría la estancia. Y todo ello en medio del temor a eventuales atentados o acciones demostrativas de grupos integristas islámicos.
En el Vaticano también se desató la preocupación, disimulada con la finura de la diplomacia de la Santa Sede, y en el mundo Occidental se siguió con lupa la visita. Hasta pocas horas antes de la llegada de Benedicto XVI Erdogan no acabó de deshojar la margarita y decidió recibirle en el aeropuerto de Ankara. Si no lo hubiera hecho, la imagen de una Turquía moderna, laica, tolerante que pretende integrarse en la Unión Europea, hubiera quedado en entredicho.
El Vaticano, por su parte, sabía que el Papa tenía que ofrecer "gestos" significados para desarmar a los turcos de sus prejuicios contra el Pontífice alemán, que en su época de cardenal se había manifestado contrario a la entrada de Turquía en la UE.
Un viaje lleno de gestos
El primer gesto lo mostró en su encuentro con Erdogan. Según contó éste, le dijo que "aunque no somos políticos deseamos ver a Turquía en Europa". El radical cambio de postura del Papa Ratzinger gustó a los turcos y la prensa lo resaltó en portada. Pero no fue el único, ya que el más significativo y considerado por algunos como el "símbolo" del viaje, se produjo durante la visita del Pontífice a la Mezquita Azul, de Estambul.
No era la primera vez que un Papa pisaba una mezquita, ya que Juan Pablo II lo hizo en la de los Omeyas de Damasco en 2001, pero sí la primera que un Pontífice rezaba -o meditaba, según el portavoz vaticano- ante el Mihrab, el lugar que mira hacia La Meca.
El mundo musulmán supo apreciar el gesto y los diarios resaltaron que se había producido "La paz de Estambul", que el Papa rezó "como un musulmán" y que en ese momento "se ha escrito la historia". Para el gran Mufti de Estambul, Mustafa Caglal, rezar mirando hacia La Meca ha sido más significativo que pedir mil excusas. Según el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, que ha reconocido la "preocupación previa al viaje", el gesto del Papa demuestra que Benedicto XVI "a través de la razón y la demostración de amistad ha sabido desarmar los temores y la hostilidad que podía haber".
Recepción de Bartolomé I
Además de las relaciones con el Islám, el Papa ha fortalecido los lazos con los ortodoxos, objetivo de su viaje a Estambul, y ha proclamado que la unidad es necesaria y la separación, un "escándalo" -lo mismo que decía Juan Pablo II- ya que quita credibilidad a los cristianos a la hora de proclamar el Evangelio.
Bartolomé I lo ha acogido con todos los honores. Basta ver como le levantó el brazo en el balcón de la sede del patriarcado. Y es que la presencia del Papa de Roma le han dado un realce mediático que no deseaba el Gobierno turco, que no reconoce al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y para Ankara Bartolomé I sólo es el obispo de Fanar.
El gobierno turco pidió oficialmente al Papa que no se refiriera a Bartolomé I como "patriarca ecuménico". Benedicto XVI en sus textos así le llamó, pero el Vaticano pidió a sus periodistas que evitaran referirse en sus crónicas al Patriarcado Ecuménico.