Los forenses afirman que el profesor de Olvera falleció de una "muerte súbita de origen cardiaco"
Actualizado:Los médicos forenses que testificaron hoy en el juicio que se celebra en la Sección Octava de la Audiencia Provincial, en Jerez, por la muerte de un profesor de Olvera en septiembre de 2002 en los calabozos de la Policía Local de Arcos, señalaron que en su diagnóstico hablaron de una "muerte súbita de origen cardiaco".
Asimismo, los forenses que certificaron la muerte de Mateo Cabrera en la mañana del día 10 de septiembre indicaron que en esa muerte súbita podrían haber intervenido tres causas, entre las que estaba la ansiedad que sufrió el detenido por el "estrés carcelario" que le produjo su experiencia en los calabozos al no constar sobre él antecedentes.
En cuanto a las otras dos causas serían la detección de una tiroiditis (desarreglo hormonal) y una patología cardíaca, dos enfermedades sintomáticas que, según precisaron, unidas al estrés acumulados habrían desembocado en una insuficiencia cardíaca.
Por otra parte, a las preguntas de la defensa, los médicos matizaron que tanto la tiroiditis como la obstrucción coronaria que padecía el fallecido "no son detectables" a menos que las personas que la padezcan se hagan un cardiograma por prescripción médica.
Además, en la sesión de hoy también declararon ante el tribunal hasta trece testigos propuestos por la acusación particular y la defensa entre familiares del profesor, el director del centro que sufrió la agresión, la abogada de oficio que asistió al docente y el jefe de la Policía Local de Arcos.
Los hechos ocurridos por los que están imputados cinco Policías locales y un Guardia Civil por un presunto delito de denegación de auxilio y detención ilegal se remontan al 9 de septiembre de 2002. Mateo Cabrera, que tenía 37 años y era interino del instituto de Enseñanza Secundaria de Olvera, discutió con el director del centro, que por entonces era delegado de Seguridad, y le golpeó. El profesor fue trasladado al cuartel de la Guardia Civil, donde permaneció toda la mañana, pese a que, según la denuncia interpuesta, en el parte médico del agredido no constaba la gravedad de las lesiones que le inculparan de un delito.
Posteriormente, lo trasladaron a Arcos de la Frontera, donde a las nueve y cuarto del día siguiente fue encontrado muerto por los agentes de la Guardia Civil en su calabozo. Por su parte, los ayuntamientos de Arcos y Olvera defendieron en aquel momento la actuación de sus agentes.