Los agentes imputados por la muerte de un profesor en el calabozo declaran que no quiso asistencia
Actualizado: GuardarLos cinco policías locales de Arcos de la Frontera y el guardia civil de Olvera imputados por un delito de omisión de socorro y detención ilegal del Mateo Cabrera, el profesor de un instituto de Olvera que apareció muerto en 2002 en un calabozo de la Policía Local de Arcos, reiteraron ante las preguntas de la acusación particular en el inicio del juicio que el docente "se opuso a que le precisaran asistencia médica en todo momento".
En su declaración, señalaron que no quiso ser visto por un facultativo, pese a las insistencias de los efectivos de la Guardia Civil de Olvera, en primer lugar, y de los efectivos de la Policía Local que permanecieron luego de guardia en la localidad de Arcos de la Frontera, a donde fue trasladado el profesor detenido, acusado de un delito de agresiones contra el director del instituto en el que trabajaba, antes de pasar a disposición judicial.
En el banquillo de la Sección Octava de la Audiencia Provincial, en Jerez, se sentaron hoy el por entonces y actualmente jefe de la Policía Local de Olvera, P.G.M., el entonces jefe de la Guardia Civil de la mencionada localidad serrana, M.M.M., imputados por un delito de detención ilegal, y L.M.C., E.R.S., M.C.P.A. y A.M.G., los cuatro policías locales de Arcos que estuvieron de guardia la noche en la que el profesor fallecido permaneció en el calabozo de la Jefatura de la Policía Local de Arcos.
En sus declaraciones ante la jueza, el jefe de la Policía Local de Olvera explicó que ordenó la detención del profesor después de comprobar personalmente las lesiones que presentaba el director del centro, quien por entonces era concejal delegado de Seguridad Ciudadana, cuando le visitó en el centro de salud de Olvera.
Según explicó, el director tenía "tenía la nariz hinchada, muchas dificultades para respirar y estaba atemorizado y con mucho dolor en las costillas" como consecuencia de la agresión del profesor.
Asimismo, el alto mando de la Policía Local de la localidad explicó que no se trasladó hasta el instituto donde ocurrieron los hechos hasta recibir una nueva llamada de los agentes informándoles de que Mateo Cabrera "estaba formando el mingo" en las inmediaciones del instituto y que los profesores "estaban atemorizados" y "habían cerrado con llave el centro por el miedo".
El responsable de la Policía Local de Olvera también negó que "nadie me comentara que el profesor se estaba pegando golpes en el suelo y había estado gritando", asegurando que en el momento de su detención, el docente reconoció que "era responsable de sus actos" y se ofreció a "acompañarles donde hiciera falta", dejando claro que no observó que el detenido "se mostrara nervioso, ni con heridas", aunque sí declaró que su aspecto era "desaliñado", sin que en el momento de la detención apreciara dolencia alguna o indicios para llevarle a un centro médico o que presentara algún "desarreglo psíquico".
En la misma línea se manifestó el jefe del puesto de mando de la Guardia Civil de Olvera, M.M.M., que estaba presente cuando trasladaron al detenido, de quien dijo que "su apareciencia era normal y que estaba un poco nervioso", negando que el docente gritara en algún momento ni hiciera nada "extraño", salvo intentar desprenderse de la camisa que llevaba puesta. El alto mando también precisó al tribunal que el detenido "siempre se negó a que le viera un médico".
Por su parte, los cuatro policías locales de Arcos que estuvieron de guardia desde las 17.00 horas hasta las 09.00 del día siguiente en los calabozos de la Policía Local en el que primera hora de la mañana aparecía muerto el profesor, destacaron que salvo a determinadas horas de la madrugada, el docente mantuvo "la actitud de cualquier detenido" salvo en el espacio de tiempo comprendido entre las 3.15 y las 6.15 horas.
En este intervalo, según las declaraciones de los dos agentes que se encontraban en ese momento de servicio, Mateo Cabrero se mostró "más nervioso" y llamó a los policías "para pedirnos que por favor le dejáramos salir y lo lleváramos a Olvera para ir a pedirle disculpas al director", sin que en ningún momento apreciaran "dolencia" alguna en su aspecto. No obstante, sendos agentes explicaron que en un momento dado el detenido comenzó a ingerir agua y "hacía el gesto de succionarla en el suelo después de hacer flexiones", aunque negaron tajantemente que vomitara en repetidas ocasiones por el calabozo, aunque sí admitieron que tras ingerir y echar agua en el suelo en presencia de uno de los agentes imputados, el profesor se "tranquilizó" y se quedó dormido, dejando claro que su nerviosismo fue "momentáneo".
Los dos últimos agentes que estuvieron de guardia en la última recta de la madrugada, desde las 6.30 horas, explicaron al tribunal que cuando se incorporaron a sus turnos, sus compañeros a los que le relevaron le informaron que el detenido "se encontraba descansando", por lo que no estimaron "necesario hacer rondas" al "tenerlo controlado desde los monitores".
Asimismo, el último de los agentes en cuyo turno se descubrió la muerte del docente, A.M.G., aclaró que mediante los monitores "nunca apreció una posición que le hiciera pensar que el profesor estaba muerto" y que se enteró de la noticia cuando los efectivos de la Guardia Civil fueron a recoger a Mateo para llevarlo a los juzgados de Arcos.
Los hechos por lo que hasta el viernes se celebrará el juicio contra los cinco policías y el alto mando de la Guardia Civil se remontan al 9 de septiembre de 2002. Mateo Cabrera, que tenía 37 años y era interino del instituto de Enseñanza Secundaria de Olvera, discutió con el director del centro, que por entonces era delegado de Seguridad y le golpeó. El profesor fue trasladado al cuartel de la Guardia Civil, donde permaneció toda la mañana, pese a que, según la denuncia interpuesta, en el parte médico del agredido no constaba la gravedad de las lesiones que le inculparan de un delito. Después lo trasladaron a Arcos de la Frontera, donde a las 09.15 horas del día siguiente fue encontrado muerto por los agentes de la Guardia Civil en su calabozo.