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Francisco Holgado estira ayudándose en un quitamiedos para continuar con la marcha hacia Madrid. - la voz
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Padre Coraje: «Nunca voy a tirar la toalla»

Ni la lluvia ni el cansancio pueden con Francisco Holgado, que lleva caminados 250 kilómetros a pie en su destino hacia Madrid para pedir justicia para su hijo

maría almagro
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Llueve en Alcolea, Córdoba. Pero, impasible, en la salida hacia Villafranca, por el margen de la carretera, sigue fuerte, a paso firme Francisco Holgado. «Ni el agua ni nada» le hacen dudar, tambalearse, caer de su firme propósito de continuar a pie hasta Madrid . Lleva unos 250 kilómetros, una semana, y le quedan más de 300 para alcanzar la capital. Allí el Padre Coraje (como todo el mundo lo llama) espera poder ser recibido por el ministro de Justicia.

A él le pedirá que el caso de su hijo se revise, que no se cierre y no prescriba cuando el próximo día 22 de noviembre se cumplan 20 años de aquella fatídica madrugada en la que unos asesinos acabaron de 33 puñaladas con la vida de Juan Holgado en la gasolinera Campsa de Jerez en la que trabajaba. Dos décadas después, Francisco sigue luchando contra esa pesadilla y sigue convencido que podrá vencerla.

En conversación telefónica Francisco Holgado se muestra fuerte, y «con muchas ganas»; las que le dan pensar en Juan, dice. A sus 71 años y con problemas de corazón sabía que este reto no iba a ser fácil pero aguanta el tirón cada día como puede. «No me duelen las piernas ni nada», cuenta. «Yo soy de andar bastante y coger la bici pero, la verdad, esto es distinto. No tiene nada que ver».

El día de la partida en Jerez se le escapó alguna lágrima. Pero pronto cogió la mochila y tiró ‘palante’. Más de una vez la vida le ha pillado cuesta arriba. «Nunca voy a tirar la toalla», asegura. Acaba de dejar atrás Córdoba, su última parada en el camino. Allí el recibimiento ha sido «fantástico». Tanto por el Ayuntamiento de la ciudad como por representantes políticos como Antonio Maíllo. «Estamos teniendo mucho apoyo. La gente se suma a nuestra causa. Me emociona muchísimo», dice agradecido.

El Padre Coraje preparó para su viaje una pequeña mochila. Lo justo, lo indispensable. Agua, barritas energéticas y poco más. Además, lleva dos camisetas idénticas con el rostro de su hijo serigrafiado que no se quita. Cada día anda más de 30 kilómetros. «Voy bien. Lo importante es la causa y las demás víctimas que han pasado por lo mismo que mi familia», dice. Por la noche, descansa en una caravana auxiliar aunque, poco a poco son más las personas que por redes sociales contactan con él y le ofrecen sus propias viviendas para que duerma más cómodo. «Lo conseguiremos», afirma mientras se cuela el sonido del claxón de otro camión que le da ánimos al pasar. «¡Adelante!».