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Volar en soledad sin (o con) ayuda

Las clases arrancan esta semana en la UCA y los estudiantes deben elegir alojamiento

jesús a. cañas
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El reto es evidente, aunque para cada cual llega de una forma distinta. Quizás más de uno se abrume al verse en una ciudad desconocida, ante unos nuevos estudios y con un nivel de exigencia mayor que el que tenía. Quizás para otros los problemas vienen con sentirse lejos de casa, desde lo afectivo a lo de apañárselas por sí mismo. Para todos, el salto de venirse a Cádiz a estudiar sus carrera es un salto cualitativo, pero también cuantitativo. Un vuelo en solitario que puede realizarse en soledad o con red, dependiendo de los intereses de cada cual o del presupuesto con el que se disponga.

Haya optado por piso o residencia, los estudiantes venidos de fuera de Cádiz ultiman ya su desembarco mientras que en los lugares de alojamiento dan ya las últimas puntadas para su recepción.

El curso universitario arranca a finales de mes por lo que «ya todo está listo», como reconoce Violeta Morales, gerente de la oficina del centro de la inmobiliaria Hispania. Morales sabe bien de lo que se habla. De hecho, su oficina (de las dos que tiene la empresa) es la que coordina la mayor parte de los alquileres de los pisos de estudiantes, ya que la mayoría opta por buscar un piso por el centro de la ciudad.

En cuanto al perfil de arrendador y arrendatario está más o menos perfilado, como reconoce Morales. «Suelen ser jóvenes nacionales o Erasmus que buscan la estancia del curso», reconoce la gerente. A eso se suma, «la mayor libertad que da un piso», con respecto a una residencia. No tienen una gran exigencia en decoración y calidades de los pisos, «buscan sobre todo la funcionalidad». En cuanto al propietario, suele ser «alguien que tiene ese piso como inversión, en invierno lo destina a estudiantes y en verano para alquiler de vacaciones». Unos y otros, alcanzan el entendimiento por una media de 600 euros al mes por un piso de tres habitaciones, lo que hace que el importe por estudiante sea de unos 200 euros. A eso, hay que sumar los suministros como luz, agua o internet. «En Cádiz, el alquiler para estudiantes no es demasiado caro, en comparación con otras ciudades. Un piso en una zona céntrica en ciudades como Sevilla vale más caro», reconoce Morales.

Pese a todo, la gerente advirtió «cierto descenso de estudiantes» con la crisis, pese a que «los alquileres subieron durante el tiempo que no se podía adquirir una casa». Una circunstancia que se va superando en un inicio de curso en el que no solo los universitarios alquilan. «Hay muchos clientes que son profesores que buscan un piso pequeño para ellos solos», explica. Otro perfil, es el estudiante MIR de Medicina que quiere una casa para compartir, «pero con mayores calidades».

Pero Cádiz ofrece más opciones, concretamente, las residencias de estudiantes. En total, y según el propio registro de la UCA, la Bahía cuenta con seis alojamientos de este tipo entre Cádiz y Puerto Real. La que gestiona Teresa Rueda es una de ellas: la residencia Cádiz Centro. En total, el alojamiento ubicado en la plaza de Candelaria, tiene una capacidad para 71 estudiantes. En la actualidad, aún hay plazas libres, mientras que se cierran nuevas solicitudes tras los exámenes de septiembre. «Ahora comienzan las reservas de última hora», matiza Rueda. A partir de la semana próxima, comenzarán a llegar huéspedes de diversos puntos de España y con especial relevancia de estudiantes procedentes de la provincia y alrededores, como es el caso de Tarifa, Algeciras o Ceuta.

Para todos ellos, el gasto medio es de 620 euros por una habitación individual con comida, limpieza y cambios de sábanas, «con todo». Por ello, Rueda tiene la seguridad de que «una residencia es más barata que un piso, si sumas todos los gastos». En lo que se refiere al perfil del universitario, Rueda lo tiene claro: «Son estudiantes que buscan tranquilidad para poder estudiar, por eso tenemos muchos que son de carreras más duras». Muchos de ellos, optan por este tipo de alojamientos «en primero y segundo de carrera», como arranque de su independencia «sin tenerse que preocupar de nada más que estudiar». Y la pega más importante, las novatadas, están descartadas: «Damos libertad a los estudiantes, pero nuestras normas las prohiben absolutamente, con pena de expulsión».

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