El apunte

Un crecimiento inoportuno

El objetivo era conservar una moderna y modesta tradición pero causar el menor daño medioambiental posible. El camino tomado es el contrario

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Durante la jornada de hoy saldrán los balances de daños, o de basura recogida y posibles incidencias. Aparecerán las estadísticas sobre kilos de residuos, sobre los horarios de los desalojos y la limpieza. A la luz de esos dígitos habrá quién haga un balance u otro, quién saque conclusiones. Pero aún a ciegas, sin saber lo que sucederá, hay preferencias crecientes entre los gaditanos respecto a la célebre noche de las barbacoas. Se trata de una tradición –si puede llamarse así– con apenas 40 años de vida, nacida de forma espontánea, de vocación popular y modesta. Simplemente, era una noche para quedar en la playa y las instituciones –tras algún error fruto del entusiasmo y el ansia de publicidad– entendieron que deben procurar el menor daño medioambiental posible.

Por una razón muy simple: la playa la necesitamos cada día, todo el año, y el festivo esparcimiento de una noche frente al mar apenas abarca ocho horas. La prioridad es el mar, la arena, y por su conservación conviene reducir los excesos cuanto más, mejor. Más allá de los circunstanciales resultados de la noche, de si acontece una desgracia o algún acto de vandalismo, el objetivo es que todo vaya a menos. Sencillamente porque no merece la pena, porque la excusa futbolística de los años 60 y 70 (cuando era un acontecimiento internacional) ha desaparecido de forma natural. Que la naturaleza, por tanto, prime.

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