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Una legión de operarios se afana en rematar una obra farónica para lucirla el 25 de agosto - ANTONIO VÁZQUEZ
Infraestructuras

Fomento abrirá el puente al tráfico a mitad de septiembre

El fin de semana previo a la inauguración tendrá lugar la jornada de puertas abiertas para su visita a pie

JAVIER RODRÍGUEZ
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La obra del segundo puente de Cádiz ha terminado después de siete años de trabajo, contratiempos, retrasos y subidas de presupuesto. El Ministerio de Fomento trata ahora de cuadrar la fecha y las agendas en el calendario para abrir al tráfico el nuevo acceso a la capital justo a mitad de septiembre. Todo dependerá de los flecos que queden por rematarse tras el paso de la Vuelta Ciclista el próximo 25 de agosto. Antes de la inauguración oficial, los gaditanos tendrán la oportunidad de disfrutar de la obra y de sus vistas gracias a una jornada de puertas abiertas. Desde el eje central, en sentido Puerto Real, se divisa Medina.

LA VOZ ha tenido la oportunidad de recorrer de punta a punta los cinco kilómetros de viaducto que discurren entre el nudo del Río San Pedro y la glorieta de El Corte Inglés y ha comprobado la actividad frenética que se desarrolla en lo alto del tablero para poder cumplir con los tiempos y la seguridad que exige el paso del pelotón ciclista. El puente ya es una realidad, pero no ha sido fácil llegar a este momento.

LA VOZ recorre los cinco kilómetros del viaducto

Precisamente el pasado agosto por estas mismas fechas la empresa adjudicataria de su construcción, Dragados, paralizó dos meses la obra para concretar el pago de las tres grandes modificaciones que había sufrido el proyecto inicial y que no estaban contempladas en el contrato de adjudicación de noviembre de 2006.

Dragados presentó entonces una liquidación complementaria para cobrar la nueva reordenación practicada en la glorieta de El Corte Ingles, la sustitución del tramo móvil por uno desmontable y la implantación de una plataforma tranviaria en el tablero. Ninguna de ellas estaba recogida en los planos que hizo el ingeniero Javier Manterola y que obligaron posteriormente a retocar el proyecto con el consiguiente sobrecoste. Más de 30 millones de euros volvían a poner en juego el desarrollo de la obra, sin embargo, Fomento no dio pie a nuevas demoras y metió en el presupuesto de 2015 la financiación de estas mejoras.

Poco a poco la obra del puente ha ido avanzando en ejecución, pero también en inversión. El proyecto se adjudicó a Dragados en noviembre de 2006 por 273 millones de euros después de seis años de tiras y aflojas, sin embargo, el autor del diseño, el ingeniero Javier Manterola, avisó de que se trataba de un presupuesto muy ajustado para la magnitud de la obra. Los trabajos comenzaron en la primavera de 2007 con el horizonte puesto en 2012.

El Gobierno de la nación, entonces en manos del PSOE, confirmó y reafirmó que el puente estaría acabado para conmemorar los actos del Bicentenario de la Constitución del Doce. Sin embargo, los pronósticos no se han cumplido y el nuevo puente se abrirá al tráfico el próximo septiembre con más de tres años de retraso y casi con el doble de la inversión prevista. El último dato lo conocíamos esta misma semana tras la presentación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), previstos para 2016.

Se prevé en los primeros momentos unos 30.000 vehículos al día

Según consta en la planificación del Ministerio de Fomento, el nuevo puente ya se ha colocado en los 511 millones de euros, cinco más que lo recogido en las cuentas de 2015 y 238 millones más que lo firmado en el contrato de adjudicación. De hecho, la última letra del puente se pagará en el año 2017, a razón de 60,9 millones de euros.

No se ha escatimado un euro en el nuevo acceso a la capital. La inversión se nota nada más recorrer los primeros quinientos metros de tablero que separan la orilla de Cádiz de la pila central. Una legión de operarios se afana en este espacio de terreno en la colocación de las defensas laterales, mientras que es constante el trasiego de camiones y vehículos de obra por el trazado. Al mismo tiempo, otra brigada de obreros desmonta como si fuera un mecano el andamiaje que ha recubierto la pila 12 durante su construcción y se aprecia como lentamente desciende la grúa que la ha coronado.

La ministra mete presión

El fin de la obra lo ha marcado, en cierto modo, la ministra de Fomento, Ana Pastor, que el pasado mayo, durante una visita a Cádiz en víspera de las elecciones municipales, anunció tajantemente que el puente estaría acabado y en servicio en agosto. El anuncio sorprendió, como ya ocurriera en otras ocasiones, sobre todo, porque aún no estaba terminado el tablero atirantado y ni siquiera se habían realizado las primeras pruebas de carga. En esta ocasión, los técnicos no habían fallado en sus previsiones a la hora de informar a la ministra sobre el grado de ejecución de la obra y sus expectativas de culminación del proyecto.

Más de 300 personas trabajan a tres turnos para rematar lo que se advierte como una obra faraónica. Entre mayo y junio se ha colocado la última dovela que ha cerrado los 1.180 metros de tramo atirantado y, a la vez, se ha asfaltado la totalidad del trazado, que ha permitido la colocación en puntos clave del viaducto de un centenar de camiones para comprobar su resistencia. La prueba de carga fue superada con éxito. No hay que olvidar que los cuatro carros de izados, dos en cada plataforma, que se han encargado de elevar las 72 dovelas que forman el tramo atirantado, han transmitido información puntual sobre el comportamiento de la estructura. Cada carro pesaba 500 toneladas.

El acelerón de los últimos seis meses ha permitido adelantar el estreno

El recorrido por el puente adquiere el grado de espectacular justo en la mitad del trayecto sobre la Bahía, donde se puede apreciar como Cádiz aparece como una línea dibujada entre dos mares. Nos encontramos a 72 metros de altura y en un vano de 540 metros de luz, entre pila y pila, que hacen del nuevo acceso a la Bahía un desafío a la ingeniería. De hecho, su diseño ha sido objeto de seminarios y conferencias en varias universidades del mundo.

Unas jornadas sobre construcción y tecnología, celebradas en Cádiz a finales del pasado julio, pusieron al puente como ejemplo. Según los expertos, ha supuesto un auténtico desafío tecnológico y ha requerido de complicados procesos para ejecutar sin problemas su construcción. Los técnicos presentes en estas conferencias destacaron los controles a los que el puente ha tenido que ser sometido, como el geométrico del tramo atirantado o un túnel de viento desarrollado por el Ministerio de Fomento y que ha servido para ensayar el comportamiento del viaducto antes de su ensamblaje definitivo. También se aludió a las pantallas antiviento, que se pusieron a prueba en un estudio realizado por la Universidad de Granada.

En estos momentos, los operarios trabajan en la protección exterior de los tirantes que soportan el tramo central. Los 173 cables se despliegan igual que las cuerdas de un arpa hasta la plataforma y su encuentro con el suelo es donde se trabaja ahora para su ajsute.

La magnitud de la obra se advierte a cada metro del recorrido, especialmente entre la pila 12 y la 13, al conjugar lo monumental con lo artístico y lo faraónico. Las cifras del puente de la Constitución 1812 son de récord. Además de los 100.000 metros cúbicos de hormigón y las 70.000 toneladas de acero que se han empleado en hacerlo, ostenta el gran peso de ser ya una obra de referencia en toda Europa como el mejor proyecto de ingeniería moderna de los últimos tiempos.

Este periódico avanzó el pasado enero, a raíz del desarrollo de la obra, la grandiosidad del proyecto gaditano en comparación con los diez puentes más singulares del planeta. El ránking de estos colosos tiene a los asiáticos como principales líderes. Aun así, el gaditano será el tercero atirantado más grande de Europa y el segundo de sus características más alto del mundo, después del Verrazano de Nueva York de 211 metros pero por delante en longitud de obras tan emblemáticas y simbólicas como el Golden Gate de San Francisco que con sus 2,7 kilómetros atraviesa la Bahía de San Francisco o el de Brooklyn de Nueva York con 1,8 kilómetros de longitud.

Esta megaconstrucción supone un cambio en la fisonomía de la Bahía y seguro que una transformación en los hábitos de los gaditanos. La puesta en servicio del nuevo acceso confiere a la Bahía el rango de área metropolitana y para ello se han tenido que realizar importantes ajustes en su trama urbana. Así, la reordenación que se ha llevado a cabo en la orilla de Cádiz será la clave para permitir fluidez en el paso de vehículos.

El tramo central de la nueva rotonda estará regulado por semáforos y cabe recordar que los primeros estudios que se hicieron sobre la intensidad media de circulación que soportará el puente durante su primer año de vida apuntaban a unos 30.000 coches al día. Se trata de una cifra inferior a la que registra en estos momentos el puente Carranza que, en los meses de mayor intensidad, julio y agosto, ha llegado a contar con un paso de 50.000 vehículos diarios. No obstante, los propios ingenieros reconocen que la presencia de los dos puentes, el Carranza y el de la Constitución de 1812, dividirá los flujos.

Este periódico avanzó en su momento que la velocidad de circulación será de 100 kilómetros por hora en el viaducto que discurre entre el Río San Pedro y el polígono industrial de La Cabezuela, aunque se tendrá que reducir a 80 antes de la pila 13 con el objetivo de limitar a 50 kilómetros por hora la circulación por el tramo central del puente.

Precisamente, una de las zonas que concentra buena parte de la actividad de la obra se localiza en el entorno al nudo del Río San Pedro, donde ya se han colocado las señalizaciones y se ha terminado de asfaltar la plataforma.

El paso de la Vuelta Ciclista el próximo 25 de agosto servirá de prueba de fuego y escaparate del nuevo ciclo que inicia Cádiz con esta obra.